Me he encontrado fascinada, extrañada y contrariada una y otra vez por la naturaleza humana. En cada persona hay un nervio expuesto que pasa directo a su alma, un punto sensible que inclina la balanza.
Diariamente somos testigos de nuestra obra, para bien y para mal. Admiramos a aquellos que son capaces de salvar una vida, y odiamos a aquellos que no se guían por las reglas de los demás. ¿Será verdad que estamos compuestos de límites impuestos? Será verdad que el ser humano es un ave que se enjaula sola. O tal vez desde un principio, hemos sido prisioneros. La vida tiene un sinfín de formas de lamentarse por sus hijos, para nosotros es un llanto silencioso, una plegaria, y tal vez al final, una triste sonrisa...
Gato Negro
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