Alatum



"Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan
todo su entendimiento es su garganta."

Octavio Paz

viernes, 30 de septiembre de 2016

A paso rápido: Egoista

Son dos nuestras manos, dos pies, dos ojos... Parecemos pertenecer a cosas que requieren de una mitad. El razonamiento nos dice en donde es el medio, muchas cosas, son fáciles cuando las divides en dos... La compañía del ser humano parece compuesta de ello. 

Son dos seres unidos por el destino o la casualidad. Sin embargo somos una de esas especies que considera encontrar esa mitad perdida como parte de un propósito de vida.

La soltería tiene sus consecuencias y ventajas, y pese a eso pareciéramos caer en la presión social de decidir por ese alguien, por esa persona. Pero no todos son iguales, y así como el sueño de muchos es formar una familia, para otros, es cuestión de poca atención. Los niños que nacen bajo circunstancias previstas son cada vez menos, la mayoría somos resultado de un "simplemente pasó" y aunque ello no desmerece el amor incondicional de una madre, me pregunto si la creación del ser humano responde a ello, un accidente.

Existen mujeres sin instinto maternal en ellas, y sabemos de antemano que la predisposición genética nos hace ver a un niño adorable, pero aun así allí están. No son carentes de sentido común sin embargo.

El pensar elegir a alguien, el pesar tener hijos para aliviar la soledad, para disponer de alguien que nos cuide cuando viejos, parece sumamente interesado y egoísta. Para algunos como siempre, el dar solamente por dar, es tarea difícil...



Gato Negro

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Metal y Papel

       La pantalla resplandece dentro de esa superficie plana, conforme las letras avanzan, los números inferiores cambian. Hay un cerebro inorgánico trabajando dentro de esta máquina; un pensador conceptual que me indica con una sutil línea roja que he cometido un error. Me conoce bien, sabe que si lo hace con una línea verde no lo tomaré mucho en cuenta, que es un error liviano y si lo hace con azul también, para esas equivocaciones sin remedio simplemente las corrige al momento, como una madre, una secretaria apurada arreglando la corbata de su jefe.

      Todo lo que está a mí alrededor carece de vida orgánica y aun cuando los materiales vienen de la tierra de una forma u otra nada de ello me habla. De forma concisa se han grabado en mi memoria, monopolizando mi tiempo, condicionándome para que al momento de verlos, solo quiera hacer una cosa.

      Los valores materiales me dan comodidad, como la silla en que ahora estoy sentada y la computadora que me toma el dictado, que me ahorra tanto tiempo gastando hojas por las faltas que tenga, el cansancio de las manos, y la molestia de no saber dónde guardarlo. La línea eléctrica de mi casa lo permite, me permite ver en la oscuridad y hacer mi día más largo y calentar mis alimentos rápido. Me permite enfriar una bebida, me ahorra el cansancio de lavar la ropa a mano y la alegría de poder ver de vez en cuando en la noche un partido de americano.

      No vislumbro mi vida sin lo que tengo, aun cuando soy consciente de todos aquellos que no lo tienen. Me declaro culpablemente de no pensar en ellos cuando deseo aún más, más cosas para mí y unas cuantas personas. Aun de no sufrir hambre y frío, de no padecer de salud y de tener acceso a tanto que otros no tienen, estoy condicionada como con la máquina, a querer más.

    Ansiamos aquello que sabemos que es mejor, solo por el hecho de saber que existe. Si no supiésemos que hay en el mundo, lugares en donde la gente no muere a cada esquina, en un bombardeo, en peligro de que alguien con menos escrúpulos pose sus ojos en ti, entonces nuestra realidad tan miserable como es sería cosa de todo los días. El hombre se conforma, solo cuando no tiene otra opción.

      Nada es gratis, anteriormente dábamos aquello que era menos necesario por algo que lo era, ahora el símbolo de nuestro bienestar de la vida de muchas personas se canjea en pequeños trozos de metal y papel, con la cara de viejos conocidos, personas que en muchos casos lucharon por aquellos, a los que se les compra con ese rostro, la vida en un invernadero.

      Es todo un círculo, personas alimentándose de otras. Los vampiros existen más no beben sangre. La vida se ha convertido en un objeto de comodidades absurdas y adictivas, de búsqueda, de inconformidad. Un mundo en donde se pasa en un cuadro de largo, la cara en llanto de un niño ensangrentado, en donde la vida, la nuestra y la de todos se pesa y cobra en eso, papel y metal.

A.I.Mendoza Seda

lunes, 26 de septiembre de 2016

Distancia

Distancia
El sur

El sur está tan lejos, tan lejos que no se mira desde aquí. No el sur de Borges, el sur que era mío. El sur donde las cosas son distintas, la gente habla cantado, se peina más, habla mucho y siempre mira a un punto exacto, a un punto inmediato. En ese sur hay montañas, cerros, pinos, árboles frondosos, plantas con nombres populares, flores de color rojo y morado. Las casas se ven apelmazadas en ciudades y pueblos repletos, son casas minúsculas porque el espacio en el sur es escaso. En el sur hay muchas células, y quizá cantan como pájaros porque en el sur aún se observa el aleteo de los colibrís que chupan las flores como auténticos amantes. En el sur las distancias son cortas. Allá tanto el sonido como la imagen se tocan en un solo abrir de ojos, allá no basta imaginar, hay que crear, crear y crear hay que producir lo no producido, hay que abarcar y poseer, porque hay escases, porque el sur está lleno, porque está materializado de cosas, de casas, de voces, de gentes.

El norte

       El norte está tan cerca que me toca los ojos, no el norte de Faulkner, el norte que puede ser mío. Este desértico y silencioso norte. En el norte no se come tortilla de maíz sino de harina, los tacos tienen más carne que verdura, la gente compra porque no hay otra cosa más qué hacer. Aquí las distancias son largas como tripas de elefante. Las plantas pican y la arena salpica sin darte cuenta. En el norte lo que reina es el silencio, hay más espacio que ciudades. En el norte los perros ladran con más furia. En este norte hay que pensar y pensar porque el silencio come y se traga las palabras. El norte te chupa los ojos con cada distancia que parece inalcanzable. Aquí,  hay que observar la nada, hay que codiciar el agua y el color, hay que buscar a la gente escondida en sus silencios en sus ropas de estatuas. En el norte las palabras son tan escasas como el agua, porque aquí el agua se cuenta a gotas, la lluvia tarda en llegar, como parece que tarda en llegar el tiempo. El viento sopla y sopla despeina a las gentes, las empolva, porque aquí la tierra sobra.

En medio
   
        En medio está la distancia, las líneas rectas y también las curvas, las que atraviesan los caminos y las metamorfosis. En esta distancia está suspendido algo no sé qué. Pero estoy segura que en la distancia nacen los porqués sin respuesta, o las respuestas sin los porqués. Donde nos trasformamos en lo que ya no somos. En el medio estoy, estuve y volveré a estar. En medio está la distancia entre el norte y el sur, entre la verdura y la carne, el color y el gris, el silencio y el sonido, entre la vida y la muerte. Entre dos mundos: uno repleto otro vacío. La distancia no captura, solo lleva al origen o al exilio. La distancia se saborea a través de metros y metros de velocidad, tiempo y espacio, de momentos que florecen y se secan, de cosas que se rompen mientras otras se están creando. Eso es la distancia, un punto entre otro punto. El traslado que nos trasporta más allá de nuestros ojos. 


Trompa de Mosca

viernes, 23 de septiembre de 2016

A paso rápido: Tic Tac...

El sonido del despertador...

La sensación del agua, el frío de las mañanas y el amargo del café.

Anoche no dormí entre nerviosismos ridículos, ladridos de perro y paranoias. El sonido de la puerta, los pasos en la azotea; un extraño esta merodeando la casa, el reloj... Tic Tac Tic Tac... Definitivamente, no pude dormir.

Pero la oscuridad se aclaró en pequeños parpadeos, el sueño llegó cuando la luz me permitió ver mi cuarto de nuevo. Después de media hora el sonido del despertador me trajo de nuevo al mundo. Los pendientes se escriben en esa lista conceptual, pasan una y otra vez en orden jerárquico y la más importante ronda como una mosca molesta.

 Llamar a Mengano... 
Imprimir...
Pedir...

Avisar a Perengano...                                                               No olvidar...

Llamar para preguntar.....       Se tiene que hacer hoy.

 ...                         Investigar...
Comprar...

El sonido del reloj alerta, los minutos pasan y así como la noche, se gastará el día. Subir las escaleras se hicieron cinco minutos, abrir la puerta y ya es medio día, la noche llega. Los pendientes siguen rondando.

  Tic tac tic tac...


El reloj sigue la marcha.


A.I. Mendoza Seda

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Ruidos


Ruido: conjunto de sonidos articulados y confusos.

Hace unos días el insomnio me mantuvo encendida. Puse atención a los ruidos que produce la madrugada; la casa dormida, la calle desierta, mi respiración, la respiración de los que duermen, el suspiro de Marcelo mi perro, aquel suspiro de satisfacción por haber corrido más de 15 km, de haber cenado sopas de huevo con leche, de haber perseguido a cuatro gatos y dos perros que no eran del barrio. Aquel suspiro profundo se une a los demás ruidos, creando una orquesta nocturna. De repente en la calle escuché que alguien llevaba música a todo volumen, la madera de la silla de mimbre rechinó, algún soñador tosió, el gato maulló, el viento sacudió la puerta. Desde aquella madrugada he pensado en la orquesta de ruidos que se crean cada día.
Son las seis de la tarde, los pájaros cantan desganados, el ventilador suena apacible, uno que otro carro rechina por la calle, el lapicero se tatúa en la hoja de papel creando un pestañeo de ruido, Zizar mi otro perro, rasca la puerta con sus uñas bicolor por el retumbe de los cuetes,  las miles de ceremonias religiosas han comenzado, y este tipo de ruidos suelen asustarlo.
Al pensar en los temores de Zizar recuerdo que existen algunos ruidos que dan miedo, a veces de forma particular otras de manera colectiva. Por ejemplo el ruido de un grito con llanto. Ese ruido hace que se cree un silencio desconcertante. Otro ruido temido es el de un balazo, el de un choque, el de un atropellamiento.  El de un rayo que anuncia una gran tormenta. Yo le temó al ruido de un tráiler o un vehículo aparatoso. Hay ruidos molestos, por ejemplo el bullicio de una fiesta cerca de tu casa en la madrugada, el contacto de una ficha de metal contra el piso, el ruido que provoca el metal contra el metal, el zumbido de una mosca o un sancudo. Los ruidos de máquinas trabajando, como una perforadora de construcción. Motos chillonas.
Los hay también alegres, como los de una matraca, los chiflidos de un estadio, los tarareos de un concierto, los aplausos de alguna presentación, los cantos de las mañanitas, los cantos de los borrachos interpretando a José Alfredo Jiménez. Existen ruidos tristes, el ruido de las ambulancias, los llantos de los velorios que luego se convierten en aullidos como si no los produjera un cuerpo sino más bien un obscuro y profundo pozo de petróleo. El aullido de un perro atropellado, el maullido de un gato pequeño con frio, el llanto de un bebe enfermo.
Podemos escuchar ruidos bellos como el de las olas del mar, el suspiro de un buen orgasmo, el cacareo de una risa que está a punto de convertirse en carcajada, el canto de una ama de casa cuando hace el quehacer, el silbido de un hombre mientras trabaja, el suspiro de un perro satisfecho, el de la lluvia pasiva, el de la lluvia fuerte, el ruido del aire cuando mueve un campo entero de pasto crecido, o las hojas de árboles en otoño, la vuelta de la página de un libro, un libro puesto sobre una mesa, el tronido de un gran beso.
También existen ruidos corporales como el de pasar saliva, las tripas cuando tienes hambre, el tamboreo acelerado de un corazón,  los intestinos cuando están trabajando, de un pedo, el tronido de los huesos, de la pestañas, de un cabello cuando es arrancado. El ruido de una respiración agitada, el movimiento de un musculo. Un bostezo, estornudo, fricción entre miembros, la sacudida de una gran cabellera.
Ruidos de comida; el burbujeo de una sopa, el tronido de una tostada cuando es mordida, de una tortilla dorándose, de las papas friéndose. El ruido que hace un elote cuando es desgranado, la aspiración de un espagueti, un trago de agua, el sorbido de una bebida caliente,  el servir un vaso de agua, el tronido del chicharrón, la explosión de una bomba de chicle, el rebanar verduras con un cuchillo, el dar una mordida a una manzana, el revolver la ensalada con las manos, el trozar yerbas, el salpicar sal.

Después de haber imaginado este auditivo recorrido me doy cuenta que estamos rodeados de tantos ruidos como de palabras para describirlos.  Concluyó este artículo haciendo mención a uno de mis ruidos preferidos que solo los hombres del siglo XX en adelante han podido tener el placer de escuchar, el tacto de los dedos contra el teclado de una computadora, este es el ruido de mi oficio y quizá Hemingway, Arreola, Wolf, Castellanos, Rulfo o Cortázar hayan tenido el placer que yo no tuve de escuchar mientras pisaban el teclado de una máquina de escribir, quizá una Remington, sólo ellos pudieron tener el placer acústico de saborear uno de los sonidos más bellos que existen, la transformación de la literatura.




Trompa de Mosca

lunes, 19 de septiembre de 2016

"Adieu amicale"

El tiempo, la distancia, las prioridades…

       Enumerar los factores que nos llevan a separarnos es tarea tediosa. Si nos remontamos a los recuerdos, tenemos solo rostros infantiles de aquellos que una vez tomaron nuestra mano, rieron, lloraron por tonterías y aprendieron tantas lecciones con nosotros.

      Esas personas ya no están  y no tenemos una idea de cómo se ven esos rostros siendo adultos. Nos podemos arrepentir de cosas que dijimos, de cosas que hicimos. Las personas pequeñas cambiaron por otras, unas con pequeñas espinillas y risas burlonas, creíamos ser alguien que no éramos y lo hicimos tan bien, que por un momento eso fuimos. No muy diferente a un niño dijimos e hicimos cosas que no debieron hacerse. Qué dilema ahora pensar, en lo que hubiera podido ser de no estar tan confundidos.

       Los ciclos cambiaron, como lo seguirán haciendo interminablemente aun cuando no estemos más en este mundo. Llegaron rostros nuevos un poco más maduros y otros más después de eso. Durante algunas semanas no fueron más que extraños, rostros que por un tiempo fueron uniformes en ese salón de clases lleno de gente, pasaron a tomar un lugar especial.

         Pensamos en este fuerte lazo que perfilaba para el fin de nuestro crecimiento,  parecía por un momento permanente. Nos damos cuenta, que las cosas siempre cambiarán. Vemos alejarse a las personas que amamos, esas que se convirtieron en una familia a la cual elegimos y crecen y se mueven y entonces ese camino que parecía conectado, de pronto comienza a fragmentarse. Hay una promesa muda de que seguiremos viéndonos, mensajes erráticos y exagerados, como si deseáramos que esas letras se convirtieran en brazos que los alcanzaran y los mantuvieran a nuestro lado. Pero todos elegimos crecer y ya sea por la vida o por la muerte, la vida de la gente se distanciará.

         En momentos de soledad, podemos ver delante de y preguntarnos porqué mi madre no tiene amistades como las mías, porque no ve a nadie después del trabajo y los fines de semana y entonces al convertirte en adulto lo sabes. Cuando de pronto un día caminando miras alrededor y te percatas que a diferencia de unos años atrás, ahora tu andar es solitario.

         Familias nacen, oportunidades nacen y esas distancias que creías mínimas, se hacen más grandes. Te das cuenta de que es posible que sea parte de todo, que algún día tendrás que dejarlos a ellos también para crecer. Aun cuando te duela pensar en las promesas que no se cumplirán, en esos delirios de borrachos en donde pregonaron vivir en el mismo mundo, en donde alguien alguna vez pensó que eras la mejor persona del mundo. Solo quedan esas voces, encerradas y lejanas como en un caracol, resonando levemente, cuando salta a tus ojos una fotografía, un regalo. 

Distancias, eso es todo.

      Estamos solos  en la carrera por lo que queremos, es lo que es necesario, dejar atrás todo. Y aun cuando de vez en cuando esas voces se escuchen de lejos, se vean a la distancia con una sonrisa, la realidad es que cuando todo está dicho, cuando tu papel en la vida de esa persona está completo, no hay nada que hacer.


        Grandes amistades, nunca se olvidan, sin embargo es una verdad que a veces te das cuenta que aquellos que estarán atados con ese cordel invisible a nosotros, son pocos, o uno solo.


A Lorena

A.I.Mendoza Seda

martes, 13 de septiembre de 2016

Familia y prejuicio

         La organización de un orden nos ha perseguido, ser parte de ella es parte de nuestra naturaleza sociable, sin embargo los elementos que la conforman, que conforman esa pequeña comunidad y esa jerarquía llamada familia, son variables y mutables.
        Ahora mismo se desata el tema, por circunstancias sociales, ambientales, políticas y naturales, y es gracioso –si es que se toman posturas- ser testigo de una ideología que se opone al esquema de una familia “antinatural”, una familia que desafía, un orden que nunca ha sido impuesto, ahora en afán de conseguir censurar, es resultante.
Ideologías basadas en un libro, en “ese” libro fantástico en donde al parecer es antinatural que dos hombres o dos mujeres se amen, pero si es natural que una serpiente haya hablado con una mujer nacida de una costilla, en donde el más grande de sus mártires, es un hombre que logró convertir el agua en vino, y se levantó después de su muerte…
          En realidad es parte de todo, como ese hombre, que pudo tener una vida tan ilustre –o no- resulta ser un hombre que murió simplemente –pese al significado atribuido- simplemente porque un montón de gente decidió torturarlo y matarlo, por desafiar también un esquema establecido.
       La posibilidad es la verdadera búsqueda aquí, la opción de que muchos niños que ahora esperan un hogar, encuentren uno. La mayoría de las parejas heterosexuales buscan tener a sus propios hijos antes de pensar en adoptarlos, pero la opción de una familia del mismo sexo abre la posibilidad a mas infantes de vivir en un núcleo familiar, y así también la opción de legalizar la unión entre dos personas se hace relevante, como una comunión, una promesa de amor entre dos personas.

       Hablar con la verdad es cosa de pocos, y siendo así es necesario decir, que no todas las parejas de la comunidad LGBT serán buenos padres, así como a lo largo del tiempo, se ha demostrado que parejas heterosexuales han podido criar a muchos de los peores elementos de la sociedad. Y esto no reside en el hecho de una convivencia de órganos sexuales, porque la crianza es un acto de amor, la educación es un acto que nace y se cultiva en la mente, no en un pene o una vagina.


Anónimo

lunes, 12 de septiembre de 2016

Vacaciones


La carretera comienza a escurrirse, a hacerse delgada, el paisaje se expande, el viento topa con la mano, mientras se respira un nuevo aire, en este caso un aire que ya conoces, un aire que ya conoces desde antes de nacer. Porque allá donde estabas encerrada, en el obscuro y húmedo universo de tu madre tocabas y respirabas ese aire. Un aire caliente, el aire de mayo que está lleno de sol, como si tocaras la resaca de una caldera.
            Es entonces cuando entiendes que las vacaciones se te han metido en el cuerpo, que la palabra vacación significa exactamente eso, interrupción temporal del trabajo o de una actividad, que vacar es quedar vacante, dejar por algún tiempo el trabajo habitual. El diccionario con su intención lineal otorga esa gama de significados. Esos significados cobran vida desde que comienzas a absorber ese aire caliente.
            Los pies se despegan del suelo habitual, dejas que los nudos de las cuerdas que diariamente se enredan con el día a día se deshagan, de una forma inexplicable dejas de ser tú, eres otro personaje que solo recuerda al otro de vez en cuando, en ese momento todo es lejano y ajeno. Comes sin ver el reloj, sin ver las fallas. Sintiendo la temperatura que reclama el sol, el verano tiene todas las ganas de exprimir el sudor en las personas.
            En aquella explosión de sensaciones observas a tu tía perdida, ves cómo habla, a tu abuela senil que habla de lo mismo una y otra vez, te das cuenta que aunque tu desconocías la existencia de ellas hoy te sorprendes, te enteras que aún están vivas y que el ciclo vuelve a empezar contigo.
            La sorpresa es algo de lo que deriva las vacaciones, es su centro poderoso, su chispa. En cualquier vacaciones te vas a sorprender como te sorprendes ahora que ves en la vitrina de tu abuela que ella guarda cualquier cosa que pueda representar una utilidad, que ella separa los desperdicios de comida para alimentar a las plantas al igual que tú, que a pesar de los distanciamientos ella está en ti y tu en ella. Que te encuentras a ti misma; en el pasado, en el calor, en tu abuela olvidada, en tu padre viejo, en tu adultez, en los almendros sembrados en cada casa, que nunca antes habías tenido la curiosidad de observar. Te sorprendes al encontrar y entonces llega la segunda sentencia de tus vacaciones, conocer.
            A través del viaje, de cualquier tipo de vacaciones, ves lo que no habías visto, quizá lo olvidado, como resultado conoces, te das cuenta de la existencia de nuevas cosas. Miras a tus primos, aquellos que tenías años que no veías, observas extrañada sus caras que ya no te parecen familiares, pero a través de una plática y unas cervezas vuelves a reír con ellos, sintiendo que si es verdad que su sangre se combina con la tuya.
Reconoces el balneario perdido y rodeado de huisaches, su pintura descarapelada, donde el agua emana de una bomba, esa agua que hoy sientes como la mejor de la tierra. Sientes como va desenredando los nudos de la garganta, refresca los placeres idos, lava el lodo de la monotonía, apaga la enfermedad torcida que está enraizada en tu mente cansada, te acaricia la cabeza para que vuelvas a dormir sin esperar despertar o esperar hacerlo, simplemente dormir por dormir.

            Después de la sorpresa y conocimiento te das cuenta de una última cosa: las vacaciones fueron un desastre, nunca lo vas a lograr. Tienes que regresar y ser de nuevo el mismo personaje, pero a pesar de este viaje extraño, algo en tu interior le dio vuelta a la tuerca, ya no eres el mismo, algo cambió y eso modificará la cara y el espíritu del otro personaje. Desataste un gran nudo, dejaste de pensar que todo se perdía si tú no estabas. Remaste a la inversa y eso te hizo bien, dejaste de hacer lo habitual. Fuiste capaz de ser otro, de limar los callos que ya estaban crecidos. Es por eso que tus ojos, los ojos de todos tus personajes vuelven a brillar y tus pies están dispuestos a volverse a enredar. 


Trompa de Mosca

jueves, 8 de septiembre de 2016

Historia

      Venimos del fuego, del  hielo, del viento y la tierra, una constitución que empezó mucho tiempo antes de saber que podía existir vida.

       La conciencia es materia del ser humano, concretizamos que antes de ser, simplemente existimos, tenemos en cuenta las teorías evolutivas y teológicas, según mejor nos parezca, según mejor nos sintamos. Nos debatimos entre creer y saber, entre tener la certeza de un origen, o creer sin sustento en algo místico.

      Que basto es el fenómeno de la humanidad, archivado a lo largo de las  memorias de aquellos que ahora ya están extintos, fosilizados, esos recuerdos inscritos, codificados en un montón de símbolos sobre fondos blancuzcos. Desde aquella época del origen, el avance inexorable como la muerte, el tiempo tampoco se detiene. Pasamos de esos momentos de horror a la inspiración de la esperanza, de esas grandes reinas, de esos reyes y príncipes, de caballeros y damiselas, de opresión y liberación, de ideales dejados a la deriva y un escándalo que tuvo impacto.

       La historia es eso que es contando, con la fragilidad de la imaginación andando, el mensaje tal vez ha cambiado y ese hecho distante es ahora algo completamente distinto. ¿Cómo saber que aquellos que nos han dicho es realmente la verdad? ¿Cómo probar que las cosas fueron diferentes? Que Cristo no murió en una cruz, que Cristo ni siquiera existió, que realmente no venimos de un mono sino de un oso, de una semilla de arroz.

      Los hechos han pasado, la visión del vencedor determina todo. Somos prueba viviente como pueblo de la manipulación y la infamia, de la calumnia. Entendemos nuestra vergüenza como algo impuesto, como una especie desaparecida, así desapareció la antigua Tenochtitlan, así se fue el pasado, entre palabras y cartas y nada más.

¿Nos arrepentimos de nuestros pasos? De esas huellas que vamos dejando, de esas heridas que van sanando junto con la tierra que algún día  olvidará. Olvidó a los dientes de sable, la historia también nos devorará. ¿Seremos recordados? Como poder saberlo, como saber que no seremos los siguientes monstruos que alguna vez existieron, y un día simplemente, desaparecieron.



A.I.Mendoza Seda

lunes, 5 de septiembre de 2016

Canela

“Flor de canela
Suspiro, suspiro, cuando te veo pasar… suspiro yo…”
Canción popular

Mientras iba atravesando el desierto iba recordando las últimas voces, las últimas imágenes. Tal como se titula un libro autobiográfico de cuyo autor no recuerdo dije Adiós a todo eso. Mientras cruzaba el desierto, observando los cerros rocosos, las dunas y la línea de la carretera que brotaba sin fin, recordé lo último con lo que me había quedado para mi nueva vida. También recordé aquello que había heredado a los seres queridos que de alguna forma iba dejando atrás, el poster de los Strokes a mi hermano Mario, aquel que yo misma decoré imitando a Andy Worhol. El perfume a Laura, la muñeca regordeta de la infancia a Miranda, el disco de Juanson a Paulino, las botas y la bolsa de cuero café a Maricona, las botas de lluvia que usé en primavera, todo, algunas cartas de despedida a los amigos. Estaba consciente de que no me había despedido de casi nadie, que solo traía en mi memoria imágenes viejas de sus caras y el sonido de sus voces, que ya comenzaba a extrañar.
            ¿Por qué dije Adiós a todo eso? Me lo preguntaba justo cuando sentía un peso avasallante de soledad mientras el desierto seguía expandiéndose… dije Adiós a todo eso porque había subido a la azotea de mi cabeza y había observado que ya todo estaba hecho en aquel lugar, las palancas de la fantasía, cualquier alcance de mis dedos, cualquier material, mis puños, mi saliva, ya todo se había desgastado hasta morirse.
            El pasado se iba secando tras de mí. Los nuevos cerros, las plantas nunca antes vistas me decían que algo extraño resucitaba. Quién estaba en aquel presente tan fragmentado; Zizar con sus pelos tiesos, un par de zapatos, algunas cajitas que guardaban joyas queridas, mi colección de lentes de sol, música en el mp3, algunos libros, y más que nada, nuestras vitalidades dispuestas a seguir viviendo, a no morir en el pasado, a sobrevivir.

Eso era el presente, yo cantando y recordando “Flor de canela”, pensando constantemente en el vació que sentía mi espíritu por dejar de cargar una antigua vida. En aquel instante pude oler el olor de la canela, ver su color rojizo, sentir su sabor; dulce y potente, porque el todo de aquel paisaje en pleno ocaso se convertía en una taza de canela. Todo se trasformaba en la esencia de la canela, mis melancolías poseían su color rojo, oloroso, perfumado. Por alguna extraña razón todo aquel mundo; el pasado y el presente me supieron a canela a tal grado que comencé a cantar “Flor de canela, suspiro, suspiro, cuando te veo pasar…” Qué significaba, no tenía idea, lo único que me quedaba era disfrutar los fragmentos de mis mundos viejos y el presente como si estuviera bebiera tragos de canela, de esa que siempre viene bien.


Trompa de Mosca

jueves, 1 de septiembre de 2016

Frontera


La historia revive ante mis ojos, diviso la línea que divide a E.U.A. de México, lo que irónicamente robaron y ahora está separado por una valla. Recuerdo el corrido de “Juan Cortina” con sus balas en las tripas. Rulfo también está presente en este lugar desértico, porque de nuevo el llano en llamas vuelve a arder, los pleitos por las tierras y sus límites suenan con el viento helado que sopla del norte. La división entre dos países, las muertes por defender el suelo, el odio que generan los pleitos por el terruño. De nuevo un infinito cansancio, un odio cíclico como acontece en “Diles que no me maten”.
            Diviso esa línea, siento una lucha agría, vieja, bestial, ancestral, casi antropológica. Esa obsesión instintiva por marcar territorio y poseerlo. Ese mundo que nos separa del extranjero está allí, mientras yo estoy aquí recordando a Rulfo, tratando de entender que en la otra mitad de este desierto se habla otro idioma, se mira distinto, se hacen casas con otras formas, hay algo de aquel lado que reviste el suelo con otro vapor. Y aunque el racismo y el clasismo existen tanto en este terreno como en el otro, los pobres siempre van a ser las víctimas. Que aunque de aquel lado existan muchas personas que piensen como Donald Trump, también de aquel lado existió Faulkner, Capote y Carver, Joplin y Morrison, de aquel lado también existen las víctimas y los victimarios, los hombres grandes y los invisibles.
            Ante mis ojos se posa todo y nada. Aparentemente líneas y líneas de cielo y un suelo raso, gris, con plantas secas y cactus, mientras que en cada partícula, quizá del polvo quizá del aire, se forman montones de ciudades, de personas susurrando mundos, creando latidos, ritmos que envuelven cada circunstancia. ¿Es ese el mundo que perdimos?, ¿es la frontera lo que nos separa?, ¿son aquellos mundos algo para olvidar?... entre todas las respuestas posibles creo que todo depende del alma escondida de los hombres, esta frontera puede verse como el ocaso o como una muralla de ladrillos que nunca dejan de formarse.

Esa línea me parece un laberinto más, un cuadro más de pintura abstracta. Para ser sincera nunca creí poder ver ese sencillo artefacto llamado frontera. Ahora que lo observo, lo toco con mis ojos de carne sin hueso, pienso en las posibilidades de no ser nada, de pensar que no soy un país, tampoco soy una lengua, ni una raza, soy algo, creo, algo que quisiera poseer todo, que es dueño de todo, pero todo lo que brote en el horizonte o aspiren mis ojos y mi aliento es puramente instantáneo, nunca permanente. Por tanto concluyó que las vallas fronterizas no son más que unos erizos de mar en el mar.


Trompa de Mosca