El
tiempo, la distancia, las prioridades…
Enumerar los factores que
nos llevan a separarnos es tarea tediosa. Si nos remontamos a los recuerdos,
tenemos solo rostros infantiles de aquellos que una vez tomaron nuestra mano,
rieron, lloraron por tonterías y aprendieron tantas lecciones
con nosotros.
Esas personas ya no están y no tenemos una idea de
cómo se ven esos rostros siendo adultos. Nos podemos arrepentir de cosas que
dijimos, de cosas que hicimos. Las personas pequeñas cambiaron por otras, unas
con pequeñas espinillas y risas burlonas, creíamos ser alguien que no éramos y
lo hicimos tan bien, que por un momento eso fuimos. No muy diferente a un niño
dijimos e hicimos cosas que no debieron hacerse. Qué dilema ahora pensar, en lo
que hubiera podido ser de no estar tan confundidos.
Los ciclos cambiaron, como
lo seguirán haciendo interminablemente aun cuando no estemos más en este mundo. Llegaron rostros nuevos un poco más maduros y otros más después de eso. Durante
algunas semanas no fueron más que extraños, rostros que por un tiempo
fueron uniformes en ese salón de clases lleno de gente, pasaron a tomar un
lugar especial.
Pensamos en este fuerte lazo que perfilaba para el
fin de nuestro crecimiento, parecía por un momento permanente. Nos damos
cuenta, que las cosas siempre cambiarán. Vemos alejarse a las personas que amamos, esas que se convirtieron en una familia a la cual elegimos y crecen y se mueven y
entonces ese camino que parecía conectado, de pronto comienza a fragmentarse.
Hay una promesa muda de que seguiremos viéndonos, mensajes erráticos y
exagerados, como si deseáramos que esas letras se convirtieran en brazos que
los alcanzaran y los mantuvieran a nuestro lado. Pero todos elegimos crecer y
ya sea por la vida o por la muerte, la vida de la gente se distanciará.
En momentos de soledad, podemos ver delante de y
preguntarnos porqué mi madre no tiene
amistades como las mías, porque no ve a nadie después del trabajo y los fines
de semana y entonces al convertirte en adulto lo sabes. Cuando de pronto un
día caminando miras alrededor y te percatas que a diferencia de unos años
atrás, ahora tu andar es solitario.
Familias nacen, oportunidades nacen y esas
distancias que creías mínimas, se hacen más grandes. Te das cuenta de que es
posible que sea parte de todo, que algún día tendrás que dejarlos a ellos
también para crecer. Aun cuando te duela pensar en las promesas que no se
cumplirán, en esos delirios de borrachos en donde pregonaron vivir en el mismo
mundo, en donde alguien alguna vez pensó que eras la mejor persona del mundo. Solo
quedan esas voces, encerradas y lejanas como en un caracol, resonando
levemente, cuando salta a tus ojos una fotografía, un regalo.
Distancias,
eso es todo.
Estamos solos en la carrera por lo que queremos, es lo
que es necesario, dejar atrás todo. Y aun cuando de vez en cuando esas voces se
escuchen de lejos, se vean a la distancia con una sonrisa, la realidad es que
cuando todo está dicho, cuando tu papel en la vida de esa persona está
completo, no hay nada que hacer.
Grandes amistades, nunca se olvidan,
sin embargo es una verdad que a veces te das cuenta que aquellos que estarán atados con ese cordel invisible a nosotros, son pocos, o uno solo.
A Lorena
A.I.Mendoza Seda
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