El primer
recuerdo que tengo es preguntando mi nombre.
La constitución de la memoria tiene
una forma personalizada, se puede calcular dependiendo de la edad y la
formación del cerebro. Los recuerdos son escurridizos; entre luces y sombras,
entre manos y cuerpos sin rostro y nada alrededor, remembramos sentimientos y
palabras.
Para pocos, extremadamente raros,
es posible recordar los días de su vida, las fechas pasan en risas y llantos,
entre preocupaciones y alegrías y muchas veces en caminos largos de parcos
pensamientos. La educación hace parte del trabajo, adentrándonos en un sistema
que ordena nuestra vida en un horario, en un salón de clases y caras conocidas.
Mucho de lo que aprendemos en la escuela es olvidado, igual que ese tiempo,
horas de letras y dictados, de risas y recados, de malestar, de sueño y
uniformes.
La globalización ha echado a
perder el carácter espontáneo de la vida, ya no trascurrimos de la forma
natural, buscando que hacer; ahora somos obligados a eso, desperdiciamos
tiempo, la vida que se nos fue dada se nos va en obligaciones, en aquello que
nos dicen es necesario. De manera preciada, guardamos solo esos recuerdos, de
esos días distintos, de esos momentos que por un momento nos recordaron que éramos
libres.
Si pudiese redactar todas las
memorias de mi vida, tan aburridas o interesantes como puedan ser, bastaría un
solo libro para hacerlo, un libro que aunque fuese del tamaño de una biblia, no
alcanzaría a cubrir una hoja por cada día de mi vida. ¿Cuántas horas he vivido?
Puedo relatar en un cuento la acción de medio día y sin embargo la memoria esta
limitada a olvidar cosas. ¿Qué habrá pasado el 21 de noviembre del año 2005 en
mi vida? Qué habré hecho el año pasado siquiera, no puedo recordarlo.
Tener la sensación de estar
pasando el tiempo sólo por pasarlo tiene repercusiones agridulces, como todo
demás organismo mi tiempo terminará en algún momento. ¿Se preocupa el
árbol de la misma forma? Por qué es importante entonces.
En la bastedad de conexiones
eléctricas se nos permite guardar pequeñas cajitas, en donde metemos un botón o
un aroma, un sabor y una lágrima; son pequeños tesoros esparcidos en un montón
de estímulos irrelevantes. La vida es un mundo de escándalos... Siempre
lo ha sido, siempre lo será, estamos hechos para vivir y recordar y ser recordados,
por breves instantes o por uno solo, uno que marcó la valía de nuestra vida
entera, en nuestros pies y nuestros ojos, o en el universo entero.
Un parpadeo... Somos un instante.
A.I. Mendoza Seda