Alatum



"Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan
todo su entendimiento es su garganta."

Octavio Paz

miércoles, 27 de julio de 2016

Somos diferentes…



        Somos diferentes a las demás especies que habitan este mundo, ¿pero en verdad somos distintos? o tal vez es solo una jugarreta de nuestra mente que nos hace pensar que lo somos.

    Tenemos una naturaleza compleja, jerárquica y en ese ejercicio nos encontramos en un punto y aparte. Somos distintos simplemente por el hecho de sentirnos distintos, de sabernos existentes en un universo que no podemos imaginar.

        Alejándonos de la concepción de un ser consciente, las leyes naturales no nos excluyen y eso aplica también a nuestras acciones. No es cruel el león cuando mata a su presa, ni la mantis cuando arranca la cabeza de su compañero, ciertamente no los consideramos actos horribles, por que son instintivos. Pero nuestros actos ruines, nos acechan desde una perspectiva distinta.

        Somos una colmena, una colonia de hormigas, moviéndose de un lugar a otro, agotando todo recurso sin pedir permiso, sin mayor remordimiento que alaridos lanzados al aire.

        Nos escandalizamos a menudo con actos atroces, los menos tolerantes con meros tabús religiosos. La sociedad humana se compone de elementos volátiles, la mente humana es un huracán. Una revelación comienza a partir de algo tan efímero como el viento y evoluciona hasta convertirse en un ser de implacable violencia, destruyendo todo a su paso, para finalmente terminar por allí disuelta entre la misma tierra que la sostuvo.

        ¿Qué tan lejos está un niño de cometer un acto atroz? Solo por ser el hijo de sus padres, solo con el hecho de comer por primera vez un trozo de carne.

        Podemos ser severos al respecto, pero no se puede evitar pensar en la posición privilegiada del ser humano. Estamos en la cima de la cadena alimenticia, cualquier ser a nuestro paso se encuentra a merced del intelecto. Las poderosas bestias de los desiertos y de las selvas, pese a ser de temer, no son mas que eso para nosotros. Bestias.

        ¿Acaso no somos monstruos nosotros también? Alimentándonos de la tierra a más no poder, alterando el equilibrio de una madre, que nos trajo a la vida y que no ha hecho más que dar y aun así no es suficiente. Nos hemos hechos ciegos a esos mensajes sutiles, a la fruta de temporada, la naturaleza incluso nos dice con que alimentarnos para sobrevivir el invierno. Pero no queremos un orden natural, queremos el propio y por ello violamos la tierra, la alimentamos con porquerías que sacamos de un tubo de ensayo, y vemos con orgullo crecer un árbol corrupto que nos da un fruto corrupto y con eso corrompemos nuestros cuerpos. Nos llenamos de sustancias impronunciables y cáncer, nosotros mismos creamos y consumimos nuestra porquería.

        Hemos hecho de nuestra existencia una necesidad tras otra, nos llenamos la cabeza con estupideces, vivimos en ello con la cotidianeidad torcida en la que un león viviese preocupado por la orzuela de su cabello. El ser humano es un ser de raciocinio idiota y redundante, en donde un trozo de carbono bien enjuto vale más que la vida de un hombre.

        Somos egoístas, si creemos que hay algo después de la vida, entonces existir aquí y ahora es irrelevante. Nos esforzamos para darle sentido a una vida. Pero la verdad es que a todos nos tragará la tierra, nada es para siempre y el dominio del hombre en este mundo terminara solo de dos maneras; una vez que se encuentre completamente destruido, o cuando dejemos de ser los más fuertes y los más listos.

        ¿Cambiaremos a tiempo? ¿Todos? O será ya demasiado tarde.



        A menudo me pregunto que pasaría si en lugar de un final abrupto y sencillo, la vida y la tierra nos cobrarán todo lo que hemos hecho antes de destruirnos ¿Quiénes serán los hijos de los hijos que pagaran con creces la historia bélica y mezquina de la humanidad? Quiénes serán aquellos que se verán acorralados, cazados, oprimidos, sin derecho a replica. A quiénes serán aquellos a quien matarán para alimentar a sus hijos, para nutrir la tierra que una vez casi destruimos.




A.I.Mendoza Seda

lunes, 25 de julio de 2016

Carta a mi padre


Han pasado ya tres años desde la última vez que te vi, tres años desde que tuve que acostumbrarme a tu ausencia,  tres años en que he anhelado observarte, escucharte, sentirte… 36 largos meses se han cumplido desde que te fuiste y nunca regresaste, desde que mi corazón late más lento con la ilusión de nunca olvidarte.

 En este tiempo  he visto transcurrir la vida sin detenerse ni un segundo,  se han vendido  potreros  en los que algún día caminaste para construir casas donde habitan personas que jamás conocerás, he pasado por lugares que solía visitar contigo sólo para darme cuenta que han sido invadidos por oxxo´s y kioskos, me he detenido a contemplar cómo a las masas les importa un bledo que yo te haya perdido, cómo se siguen construyendo edificios, cómo se llenan los campos de invernaderos, cómo se inauguran centros comerciales, tiendas, colonias, iglesias… y me ofende ser yo la que se de cuenta de ello y que tú no puedas contemplar a mi lado la trasformación del lugar que dejaste.

  Han pasado tantas cosas que, como muchas personas creen, tal vez ya sepas aún así quiero contarte algunas que considero de tu importancia.  Tus hermanos han enfrentado crisis que por tu ausencia se han complicado pero lo que más me impresiona de ellos es que a pesar de la distancia que los separan de ti, no descartan lo que  posiblemente hubieras opinado, sé siempre te amaron pero  ahora soy  testigo de que te has convertido en un ídolo para ellos. Tú madre, a razón de la muerte de tu padre es una mujer aún más fuerte y sabia que como la conociste sin embargo, es inevitable distinguir en su rostro lo que sufre al recordarlos.  En el hogar que creaste, las cosas van mucho mejor que aquellos oscuros primeros días, mi mamá está más tranquila, tu hijo lo percibo mas centrado y sereno;  el nieto que conociste esta mucho más grande y qué crees,  aprendió a andar en bicicleta en un solo día, acá entre nos, a mi me contó que lo logró sólo con recordar tu fuerza y perseverancia, ahora no solo es él, nació otro que  no dudo que te hubiera deslumbrado tanto como el primero, él lleva tu nombre seguido de otro y como no te conoció no dejamos de enseñarle lo que fuiste y serás para nosotros… ¿Recuerdas como me insistías para que tuviera un hijo? Recuerdo un día que me dijiste: “no me quiero morir sin conocer un hijo tuyo”,  pues hace un par de meses descubrí que estoy embarazada así es que pronto cumpliré ese deseo tuyo, estoy muy feliz al saber que podré educarlo (a) con lo  tú me enseñaste y al mismo tiempo me aflige darme cuenta  que no podrás compartir momentos  con él o ella.

  ¿Sabes? que siga pasando el tiempo me hace temer olvidarte, temo que mi cerebro se sature de imágenes que remplacen la tuya o de sonidos que me hagan olvidar tu voz pero hay algo que debo agradecerte y es que hayas sido tan amigable, sincero, solidario, trabajador y honesto pues eso logró que  muchas personas  te apreciaran y respetaran,  personas que ahora te recuerdan con admiración y cariño, esto me hace pensar que si mi mente en algún momento me traiciona sé que habrá alguien que me ayudará a recordarte.    


  Papá, dónde sea que estés y si es que de alguna forma puedes leerme quiero que sepas que siempre sentiré orgullo de amarte y de ser tu hija.  



Alrep Solano

lunes, 18 de julio de 2016

Reflejo


¿Qué pasaría si dejáramos de observarnos en un espejo, si nos olvidáramos  de cómo luce nuestro rostro es decir, si nos perdiéramos de vista un tiempo? Somos capaces de interpretar los gestos mientras conversamos con alguien más, incluso eso nos da la capacidad de saber si es verdad o mentira lo que nos dicen pero, no es posible saber  si nuestra expresión coincide con lo que realmente queremos  expresar ya que al interactuar con alguien más sólo es posible ver a partir de nuestra cara pero nunca hacia atrás de ella.

  En la actualidad para la mayoría de las personas se has vuelto demasiado importante la apariencia, y ha llegado al grado de convertir a muchos, en seres vanidosos  que con el paso del tiempo y gracias a las diferentes herramientas y técnicas han adquirido la capacidad de transformar sus rostros impidiendo así ser vistos como realmente son, pero hay un objeto que: “todo lo pinta tal como es”. Hay personas que consideran de suma importancia observarse en un espejo antes de estar frente a alguien, en pequeñas oportunidades durante el encuentro e incluso después de haber culminado la cita.  ¿Cuál será el origen de esta obsesión que sigue las leyes de la reflexión especular?…

  Si bien la historia de la invención del espejo hace referencia  a varios personajes que experimentaron con diferentes metales y formas para este objeto, es bien sabido que el principal inventor de este efecto de reflejar fue la naturaleza, prestando por ejemplo,  lagos tranquilos que mostraban extraordinarios paisajes, “su origen tiene lugar cuando los humanos comienzan a apreciar que ciertas materias tienen la habilidad de reflejar luz e imágenes. Desde entonces, materiales como el metal o el vidrio, e incluso las caras pulidas de algunas piedras como la obsidiana o, incluso, la superficie de las aguas cristalinas, han servido como medio para contemplar la propia imagen.”[1] Claro que el giro fue dado por el humano quién descubrió que ante esta reacción era posible detectar las fallas, el espejo “Fue usado en la cultura hebrea, era parte de la fuente de metal que estaba a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. Al lavarse los sacerdotes, podían ver sus imperfecciones (Éxodo 38:7-9; 30:18; escrito aproximadamente en el 1447 a. C).”[2]

 Entonces el espejo es una herramienta que permite, como la  ley que sigue, reflexionar sobre  nuestro propio reflejo eso incluye nuestra propia seguridad o inseguridad, nuestra propia belleza o  fealdad, nuestra propia realidad o fantasía; la imagen reflejada en un espejo no sólo nos da  la oportunidad de reflexionar sobre la belleza que hoy es importante en la sociedad, también es posible reflexionar sobre el paso del tiempo y hasta nos permite realizar análisis profundos de nosotros mismos. De ahí que el espejo también se considere un objeto lleno de simbolismos, con magia  propia, místico, mítico, etc. Todo por ser capaz de reflejar la realidad que muchos intentan siempre ocultar por lo tanto dejar de observarte ante uno de ellos podría ser como desconectarte un poco de la realidad que representas.   




Alrep Solano

[1]http://bellezayeternidad.blogspot.mx/2016/03/imagen-en-el-espejo-reflejo-de-la.html
[2]https://es.wikipedia.org/wiki/Espejo

miércoles, 13 de julio de 2016

La realidad del Lector. Parte 4.Final. -Manipulación, estigma y trascendencia.

La realidad del Lector. -Manipulación, estigma y trascendencia.

       Al perfilarnos al final de esta serie, hay puntos importantes que destacar. Sin embargo uno de ellos es el que aborda la creación de la cultura de lectura en nuestro país, algo, que parece de cierta forma, estancado, en las mismas estrategias que a lo largo del tiempo, parecen ineficientes.

        Si partimos del hecho, de que las promociones de lectura y su difusión, tienen o deberían ser impartidas por gente con una visión real de la literatura, no con sueños de grandeza, ni tampoco a la ligera, entonces estaríamos hablando de lectores asiduos que oscilen entre la lectura literal y la interpretación vivencial de la misma. Llegando a este punto me evoco de nuevo a la experiencia personal, cuando recuerdo una actividad experimental que realicé en conjunto con un pequeño grupo en la Universidad, con la idea era elegir deliberadamente textos “escandalosos” y pasar a leer fragmentos de estos a las aulas sin previo, ni mayor información de la finalidad de ésta actividad. Esto claro, con el afán de delimitar un contexto de reacción de la comunidad universitaria frente a la lectura. La actividad se llevó a cabo durante dos días, las reacciones fueron tanto diversas hasta insípidas y al final a grandes rasgos, se logró formar un perfil de reacción, conforme la carrera a la que pertenecían. Algo interesante es que pese a que la actividad estaba planeada para más intervenciones, debió ser suspendida debido a una queja de la administración a causa de un “indignado” profesor, que expresó su inconformidad al contenido del texto que se leyó frente a sus alumnas de enfermería. De esto no hay mucho que decir y sin embargo refleja en gran medida la realidad que vivimos en el país, partiendo de la idea absurda de que alumnas de enfermería se quejaran de un texto que hable sobre la sodomía y el incesto, ya que siendo enfermeras se la pasarían viendo gente desnuda y enfrentando situaciones moralmente incomodas con los pacientes, y también la noción limitada del profesor acerca lo que es la literatura.

        Más allá de la comprensión de un texto, que es un problema básico, nos enfrentamos con un factor difícil de controlar, "la necesidad de leer". Y con esto me refiero, a que es verdad que en algún momento se crea este vínculo extraño entre el lector y su libro, de tal forma que uno sintiese como si fuese un ente vivo, algo así como un amigo, al que se puede tomar tan seriamente o tan a la ligera como se quiera. Por ello creo que es importante romper con el esquema antes mencionado, lo cual supone un esfuerzo importante por encontrar y capacitar a la gente adecuada para la labor con el fin de que se llegue más allá de los convencionalismos del compartimento de la lectura, creando un acercamiento al lector, no como una cifra a favor, sino como un individuo.

      De aquí resalto que el experimento anterior tuvo una falla visible, ya que optando por textos deliberadamente “escandalosos” parecimos centrarnos más en la idea de llamar la atención y con esto no justifico algunas reacciones negativas Pero alcanzo a objetivar los pros y contras, las fallas y los aciertos en la realización de las actividades, consistentemente al tomar la idea de “des-enseriar” la lectura y comprender no solo los beneficios sino las causas de su relegación. Me lleva a pensar  en donde recae la sociedad actual mexicana como realidad tangible, la situación de un mundo sin literatura se vive día con día a través de la cultura popular mexicana, en dónde la única fuente de información viene de los medios de comunicación masivos muchas veces pagados para entregar una verdad torcida o incluso para ocultar la verdadera importancia o transcendencia que afectan directamente a la sociedad.  

        Diferente de Un Mundo Feliz, no existen aquí brebajes para eliminar las ansiedades y tristezas que por naturaleza el humano experimenta, obedecemos a una serie de preceptos dictados por la religión que se es inculcada desde la niñez y por medio de la imitación de nuestros padres, caemos en un proceso de repetición en dónde la ausencia de una cultura literaria evita cualquier cuestionamiento teórico y existencial acerca de los principios de ésta. Esto supone que  se evita ampliar la percepción y visión de las consecuencias reales de nuestros actos, la religión hasta ahora, tiene el control del bienestar espiritual de la gente de manera antinatural, profesando el miedo del castigo eterno, en vez de las razones factibles y humanitarias por las cuales se debe profesar el respeto y el amor al prójimo.

De aquí se deriva esta curiosa cuestión de la sonrisa eterna del pueblo mexicano, que aunque por dentro llora permanece en un estado alegre agradeciendo las miserias debido al desconocimiento de un sentimiento mejor. Para mí no es necesario imaginar un mundo extraño ni un holocausto en dónde la literatura no existe, ya que en mi contexto es algo que se vive en un entorno real.


La importancia para incentivar el contexto nacional en un país de lectores, recae en elaborar una cultura efectiva de lectura. La población debería pasar por un proceso completo de depuración de los preceptos y actividades culturales, así como una ampliación y "desmitificación" del lector como elemento sobrevalorado de la sociedad. Posiblemente esto último, pudiera chocar en los oídos de la gente estrictamente académica, ¿cómo puede ser sobrevalorada la mente de una persona que lee? Sin embargo al airarnos como lectores en una sociedad que no lee, nos da una imagen arrogante, y hace que a su vez esta sociedad no quiera ser como nosotros, ya que nosotros mismos, creamos una discriminación.

        Probablemente para que México pueda aumentar sus cifras literarias debemos romper con las ideas románticas del literato y de la misma literatura, dejar que entre al juego "el mundo real" concebir y unir la literatura con la cultura popular y dejar de estigmatizar si tiene un principio beneficioso, o no en sus inicios. ¡Que el lector lea lo que le plazca porque le de la gana! que sea su problema si entiende o no un libro y como lo hace, que se reinvente, que reinvente los libros nos guste o no como los interprete. Al igual que con la música, crear una pluralidad de gustos, en los que entren por supuesto críticas y argumentaciones, en donde se destaquen los libros bien y mal escritos, del porqué unos son mejores que otros y aunque con esto perdamos una cierta chispa de especialidad como lectores, que nos caracteriza, para llevar esta realidad a la mesa hay que estar conscientes de las implicaciones positivas y negativas que esto puede generar, en nuestra propia vida y de lo que estamos dispuestos a sacrificar por ello.






A.I.Mendoza Seda

lunes, 11 de julio de 2016

HUMANOS


Nacer, crecer, reproducirse y morir es indiscutiblemente lo que hace que un ciclo de vida este completo, hay quienes nacen muertos, otros que nacen y mueren, otros que nacen, crecen y mueren y quienes completan el ciclo.

  Hace días escuche un spot de un canal cultural en la radio que me hizo reflexionar a cerca de todo lo que sucede en los intervalos de cada elemente del ciclo; el spot estaba enfocado en la ecología y decía más o menos lo siguiente “el humano nace, crece se reproduce y muere… y también contamina, desperdicia y no cuida su entorno”, pensé en la realidad del asunto y también en todo lo que no se alcanza a mencionar en un comercial de radio para referirse a todo lo que aprendemos y hacemos durante el lapso que cada uno tiene de vida.   Por más corta que sea identificas sentimientos, si bien no se conoce el sustantivo que los clasifica sí se logran experimentar, dicen que los fetos saben cuando son o no deseados, esto a través de los sentimientos y palabras que se les dedica mientras están en el útero. Al nacer empiezas a saber qué es gritar, llorar, dormir, conoces el dolor, el hambre,  el estrés, el amor, el odio; mientras creces te das cuenta que existe la envidia, la vergüenza, la maldad, que eres capaz de elegir si  ayudas o ignoras, escuchas de religión, de educación; identificas colores, formas, juegas, corres, te escondes, viajas, bebes, comes, hablas, lees, escribes, PIENSAS, observas, escuchas, sufres, gozas, creas, transformas, dibujas, destruyes, hieres, te cansas, te desesperas; conoces gente hipócrita, alegre, intolerante, positiva, amargada, inteligente, déspota, egoísta, celosa, cariñosa, rencorosa, derrotada, presumida, humilde, orgullosa, maniaca, loca, etc.. en el tercer paso experimentas, te asombras, te frustras,  adoras, toleras, aguantas, sollozas, anhelas, erras, reflexionas, recibes, gastas, caminas, gimes, te emocionas, te decepcionas, ganas, pierdes, te sientas, te acuestas, conduces, pagas, fumas, descubres, cantas, trabajas, saludas, abonas, enseñas, cocinas, etc, etc, etc.. Todo para decaer, reposar, contemplar, arrepentirse, despedirse y dejar de comer, de respirar, de vivir.  Tantas cosas que se me escapan, que no conozco, que no he hecho, que no he ni siquiera pensado. Tal vez el orden no parezca tener coherencia pero representa la variedad de mentes que viven a través de los cuerpos que invaden  este planeta que a su vez realizan todas estas y muchas más actividades y conocen la mayoría de estas sensaciones y sentimientos.

  No sólo estamos destinados a morir sino a morir llenos de todo y a la vez de nada.

Alrep Solano



miércoles, 6 de julio de 2016

La realidad del Lector. Parte 3. -Realidad y Mito.

“El problema de México es aún más grave que en otros países, porque en un 90 por ciento las librerías no entran dentro de la categoría deseable de “buenas librerías generales” sino simplemente dentro de la otra: “pequeñas librerías generales”, y algunas no tan generales, aunque si pequeñas, la mayor parte de cuyos fondos se reduce a libros de texto” (Argüelles, 2003, pág. 182)

        El reflejo de una sociedad no lectora en México salta a la luz, como una sociedad que no conoce más que lo se le dice es una sociedad fácilmente manipulada e indefensa, ya que no cuentan con toda la información del propio entorno en el que viven. Somos sujetos únicamente bajo los preceptos de la educación en casa y en la escuela, que también resulta deficiente, cuando al educar no se procura cultivar de forma profunda, sino solamente con datos y conocimientos que al final quedan volando en el aire, mientras que la naturaleza en la necesidad de adquirir conocimientos, queda perdida en una especie de hoyo negro que pocos logran rescatar.

        Pienso que antes de enfocarnos en una estrategia efectiva para la promoción de la lectura, se debe cambiar en un principio la imagen icónica y estereotipada del lector a manera de alejar la concepción meramente académica y arcaica de su percepción. Tal como Argüelles argumenta en el siguiente fragmento:

“La escuela se ha empeñado en meter en cintura, mediante la recompensa y el castigo de la calificación, el ejercicio libre azaroso y aún anárquico de la lectura, cuando lo hay (y, cuando no lo hay, ha establecido su obligatoriedad, nunca desprendida, por supuesto, de las evaluaciones). Lo que ha conseguido con ello no son lectores, sino estudiantes que, en su necesidad de aprobar la materia de español o de literatura, se aplican y se esfuerzan en afirmar lo que el maestro y la escuela quieren oír, para después obtener una buena nota abandonar por completo aquello que les significó negarse, restarse, despersonalizarse; es decir, se despegan de los libros y la lectura, que tantas mortificaciones les dieron(Argüelles, 2003, pág. 69)

Enfocarnos en los primeros estratos de la educación es fundamental, sin embargo no es posible un verdadero progreso si los mismos impartidores no creen o peor aún, no tienen una concepción realista de la lectura y la esencia de su funcionalidad.

“Tener mucha información y no saber qué hacer con ella (porque, entre otras cosas, solo información no basta) es uno de los más elevados precios que pagan quienes no leen libros formativos pero piensan, con ingenua arrogancia, que tampoco necesitan hacerlo porque tienen toda la “documentación” que, para no ignorar nada del mundo, les ofrecen los “medios”. Esto es lo que se ha denominado “la relación trivial con lo real”, es decir, el “estar informados” y, como paradoja, desconocer la realidad social del medio al que se pertenece y tener un absoluto desconocimiento de uno mismo” (Argüelles, 2003, pág. 81)


        A lo largo de mi experiencia evadir cualquier clase de categorización y discriminación es casi imposible; los individuos tienen una extraña obsesión por ordenar todo, así los estereotipos se hacen presentes en todos lados, no solo de país en país, o región en región, sino que incluso en un grupo reducido, llámese cinco o tres personas, éstos estereotipos salen a cuentas. Probablemente no de manera interna, pero si externa, con las personas que ven de manera panorámica la convivencia y comportamiento de un grupo de personas. Dicho esto, si nos centramos en el contexto “no-lector” nacional que existe, el grupo de lectores pasa de ser algo reducido a algo "raro", especialmente entre gente joven cuya mayoría prefiere pasar el tiempo de cualquier otra manera que inmóvil leyendo un libro. 

        Sin embargo la promoción y enunciación casi obsesiva de difundir la lectura, han mitificado el acto mismo de leer, como si se tratase de la ejecución de algún arte de alta complejidad, lo cual a su vez frena e intimida a los “no-lectores” a interesarse en la lectura. Resultado de ello, parece ser que no se sienten lo suficientemente capaces de afrontarla. Si a esto sumamos, a los diferentes catedráticos de la lectura, los cuales por medio de la prensa y los mismos académicos son presentados casi como “momias del saber” y estos mismos a veces en su discurso parecen adjudicarse el papel de profetas, el temor se hace más grande, y el rechazo aumenta aún más. Caso de Juan José Arreola antes mencionado al cual muchas personas, incluso estudiantes de literatura, tienen miedo de leer debido a que se ha hecho fama de jugador intelectual. Su obra solo puede ser “verdaderamente” apreciada por lo que parece un selecto grupo de gente que tuvo que leer la mitad de una biblioteca para entenderlo, y es esto un obstáculo también, el pregonar que la lectura debe siempre por definición llevar a un conocimiento consistente y la idea de que todo lo que está impreso tiene una finalidad y una razón, cuando en realidad, el sentido que le otorguemos a algo leído, varía tanto del contexto del lector hasta como del momento en que es leído. Toda concepción tiene un principio básico de validación, que es la subjetividad, con la que se maneja una simple crítica o una opinión. No estamos hablando de una ciencia exacta, la literatura es todo menos una serie de preceptos inamovibles, es basta y compleja o tan simple como lo es la misma naturaleza del ser humano.


         “Creer que el solo hecho de leer los ciudadanos se vuelven superiores es una forma muy barata de la fe en las herramientas que ha inventado el propio género humano para consentir su vanidad y, con ello, su intolerancia” (Argüelles, 2003, pág. 113)


A.I. Mendoza Seda.


lunes, 4 de julio de 2016

La realidad del lector. Parte 2 -Infancia...

Entrar en el mundo de la literatura representa un descanso del mundo real, es encontrar el contacto con una segunda conciencia y abordar un viaje. La experiencia vivencial de cada lector desde el inicio hasta el momento actual, puede ser un camino de divagaciones incomprendidas. 

        Por mi parte la historia fue simple y como muchas comenzó desde temprana edad, probablemente en algo que resultó un accidente grato para mi madre, quien con el afán de mantenerme ocupada durante sus labores hogareñas, me compró un par de libros para comenzar a leer. A manera de juego me explicaba lo que venía en cada uno de los ejercicios y después dejaba que yo rayoneara y maltratara tanto el libro como yo quisiera. Al final el juego se tornó en algo sustancioso y logré aprender a leer a corta edad.

        Posteriormente fui llevada a un curso de danza folclórica, el lugar en cuestión con aquel mural de Raúl Anguiano, tenía un encanto especial y una biblioteca bien surtida. Me acerqué a los estantes llamando la atención de los encargados, orientándome al área de literatura infantil. Así trascurrieron los días, en los que en el tiempo que me permitía, me escabullía buscando algo en que brincar de lo que siempre me pareció una insuficiente realidad. Títulos como Después del quinto año el mundoVico y Boa y Alicia en el país de las maravillas pasaron a formar parte de los recuerdos de mi niñez. Sin embargo hubo uno en particular que pese a las incomodidades del momento, ahora me resulta gracioso recordar. Sucedió que casi un año después de frecuentar la biblioteca me dirigí fuera de la sección infantil, dando trágicamente con el título Los Hornos de Hitler, pensando de forma tonta, que se trataría de la historia de algún panadero.  Pero solo abrirlo despertó lo que parece ser, el lado sombrío de todo lector, al principio sorprendida y algo perturbada, dudé sobre seguir hojeándolo, pero la curiosidad mórbida y masoquista de seguir leyendo le ganó a ese instinto, aun cuando sabía que no había manera de que aquello me dejara un buen sabor de boca.

        Me adelanté sin querer, a una conciencia de la realidad cruda e irrevocable de la guerra y de lo que en ese momento para mí fue la incomprensible imagen del tirano, la realización de la corrupción del mundo y de una humanidad autodestructiva saltó dentro de mi mente como una especie de veneno difícil de neutralizar. Recuerdo pesadillas, un extraño miedo antes de dormir e imágenes cruentas que me asaltaban en momentos indiscriminados, en la escuela, el auto, la caminata de regreso a casa, incluso mientras comía. En esos instantes, permanecía ausente, enfocando la mirada en un objeto inerte, despertando la preocupación de mi madre y mis maestros. El problema llegó a ser tratado directamente por mi maestra de preescolar, en el cual recuerdo un corto periodo de intervención en el que envió a llamar a mi mamá, y ambas me acorralaron con una serie de preguntas de las cuales solo puedo recordar un vago ¿por qué…? Y es que ¿cómo explicar que la razón de mi distracción se debía a una idea tan compleja que ni siquiera yo alcanzaba a comprender? Al final yo pensé que aquello había sido mi culpa, por mirar y buscar en dónde no debía hacerlo. Había tomado algo sin permiso y sufría las consecuencias. Mi miedo de confesarlo y ser reprendida era aún mayor, así que al final salí del problema diciendo que se debía a un reciente accidente de un hermano de mi madre en el cual había perdido la pierna. Fingí impresión e incluso lloré recibiendo comprensión, lo que por una parte me hizo sentir alivio, por otra, un sentimiento que aún permanece, y es la culpa de haber mentido de aquella manera. Como dije, no es algo de lo que me sienta orgullosa.

        Después del pequeño incidente pasaron días antes de regresar a aquella apiladora de libros, graciosamente regresé a la sección infantil, pasando nerviosamente por la sección del mencionado libro, tratando de olvidar el incidente envolviéndome en el mundo de El Principito y la irreverente Mafalda.

        La utilidad de contar esta experiencia, es hacer saber que pese a la afinidad que puede tener esta historia con otras historias de lectores; la experiencia de un lector, siempre parece ser diferente de la niñez común. Es sabido y escuchado repetidamente tanto que raya en el cliché que México no es un país de lectores. Uno podría suponer montones de cosas del porque en México la cultura de la lectura no ha florecido como en otras sociedades, pero ¿Qué tanto tiene que ver el contexto con esto? Y de esto encuentro las siguientes cifras:

“…México, país que con sus 100 millones de habitantes apenas cuenta con 500 librerías, entre ellas muchas que no son sino establecimientos muy pequeños pero que por vender preferentemente libros merecen el nombre de librerías, aunque bien podrían denominarse quioscos, puesto que su facturación es francamente ínfima.

Esas 500 librerías mexicanas, en un país con una superficie de casi 2 millones de kilómetros cuadrados, es el número de librerías con el que cuenta, nada más, la ciudad de Barcelona, en España. Esas 500 alcanzan en México para brindar una cobertura muy escasa: una librería por cada 194 000 habitantes; una librería por cada 4 000 kilómetros cuadrados…” (Argüelles, 2003, pág. 179)


        La edición del libro de donde viene esta cita, es relativamente antigua sin embargo es verdad que fuera de las grandes urbes de México, la dificultad en provincia para conseguir un libro es mayor, ya que si es que se encuentran alguna librería, sus recursos resultan extremadamente limitados, tanto que a veces, ni siquiera encontrar un clásico, es posible. En la mayoría de estos establecimientos — no todos afortunadamente — abunda un catálogo que parece haber sido escogido al azar, en el cual es difícil encontrar una obra que realmente valga la pena por la historia o desarrollo que tuvo, lo cual nos lleva a percatarnos de que en sí, el negocio de la literatura fracasa de ambas vertientes, ni los habitantes en México son propensos a comprar libros la gente puede quejarse de la falta de Internet, o de bancos, pero no de la escases de librerías  Así como los mismos dueños de estos pequeños negocios destinados a distribuir la literatura, que parecen no saber en realidad, que es lo que están vendiendo




A.I.Mendoza Seda

viernes, 1 de julio de 2016

La realidad del lector. Parte 1 -Lectura, escritura y Sueños.

Los placeres de escribir se corresponden exactamente con los placeres de la lectura; la dicha, la felicidad de una frase es compartida por escritor y lector: por el escritor satisfecho y el lector agradecido o lo que es lo mismo, por el artista agradecido a la fuerza desconocida de su espíritu que le a sugerido una combinación de imágenes, y por el lector artístico a quien esa combinación satisface. Todo buen lector ha gozado de unos pocos libros buenos en su vida (…) Sin embargo, nunca pude explicar adecuadamente a ciertos alumnos de mi clase de literatura las facetas de una buena lectura.

Vladimir Nabokov

        El ejercicio de la literatura comprende una gran diversidad de sensaciones, tan bastas como la misma literatura en sí.

        Me sitúo a mí en este momento, sentada entre montón de vacíos en mi mente, palabras dispersas sin ningún significado en conjunto, que de pronto se trasforman en el curioso momento, el segundo antes de comenzar a escribir. Y es como si el segundero súbitamente dejara de avanzar, como si topara con una barrera invisible que provoca un eco en el pensamiento, una palabra se vislumbra en la oscuridad, seguida de otra y después otra más. Todo se torna en un espiral caótico que toma la forma de una idea. De pasa a ser un movimiento continúo de la mano fijando esas ideas en un espacio en blanco y lleno de luz.

        Describir el proceso de la creación en conceptos resulta complejo, pero describirlo de manera literal me parece una injusticia. En una idealización del lenguaje y bajo varios principios sociológicos y lingüísticos, la transmisión de un pensamiento lleva englobado no solamente una idea concisa sino un valor perceptivo de la realidad y de una interpretación que tiene que ver con el contexto personal.

        Aquí encuentro el núcleo del que se desprenden todas aquellas palabras difusas, parto evocándome a una acción válida, a uno de los principales ejercicios de la literatura, la lectura, cuya definición nos dice:

1. f., Acción de leer. Obra o cosa leída. "Las malas lecturas pervierten el corazón y el gusto."
2. f. Interpretación del sentido de un texto, que conforma la cultura o conocimientos de una persona. U. m. en pl.

        La primera es una percepción meramente académica de la lectura, la segunda  parece más un juicio que una definición y por lo tanto desacuerdo, ya que es imposible determinar si la lectura resulta buena o mala, educativa o no de manera universal. Por supuesto existen preceptos que delimitan y condenan ciertos tipos de lecturas como poco profundas o vagas, ideas que se encuentran mal redactadas, hasta contenidos vulgares. Sin embargo lo que puede parecer absurdo para una persona, puede no parecerlo para otra, todo viene a colación del  contexto en el que cada individuo se desarrolla.

         Como un ejemplo vago y sin afán de emitir ninguna clase de juicio, acerca de La Feria de J.J. Arreola, existen cantidad de opiniones que van desde el gusto hasta el aburrimiento. En mi experiencia juzgo La Feria como una obra de gran contenido y valor cultural, de la cual reconozco también su valor en cuanto a procedimientos estilísticos. Aunado a ello, es verdad que exista la posibilidad de que la obra sea mejor apreciada por un habitante oriundo de Zapotlán el Grande, que por una persona que no creció entre el ambiente popular de una típica y pequeña población de México.

        Con esto pretendo explicar, que las experiencias y pensamientos forman a un lector y la percepción de una obra. Para ello hago un retroceso buscando un precepto que describa la que considero “otra realidad”. A la que cada lector por supuesto, tiene acceso de manera diferente.

        Hace no mucho, leí un pequeño epígrafe bastante interesante:

 “Cuando las puertas de éste mundo se cierran, existe otra puerta que se abre, el mundo de los sueños” (CLAMP, 2009)

        Pese a la simplicidad que se percibe a primera vista en la cita anterior, el mero concepto me llama a relacionarlo con este tema, en el que la definición de sueño viene de la siguiente manera:

1. m. Acto de dormir. De representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes.
2. Gana de dormir. Tengo sueño. Me estoy cayendo de sueño.
#. m. Cosa que carece de realidad o fundamento, y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse.

        Las definiciones anteriores con sus respectivas diferencias, mantienen un principio en común, ya que de una u otra forma hace referencia a entrar en un nivel diferente al consiente. Para la frase anterior, esa pérdida de conciencia “real” se extiende más allá de un simple proceso fisiológico, por tanto evocando a la tarea de la lectura creo que se trata también de una especie de perdida de la conciencia del mundo que nos rodea. Relaciono este “cierre” de la realidad con la perdida de la conciencia exterior, en el que un “yo” ensimismado se evoca y concentra en un solo punto de atención, una realidad que puede ser torcida y manipulada por el autor y en algunos casos por el mismo lector Precisamente, un mundo de sueños. 

        La realidad en dónde nos desarrollamos como individuos tangibles, parece muy extensa, sin embargo como lector, este mundo puede sentirse realmente limitado. Los seres humanos estamos limitados por nuestros cuerpos, nuestra percepción del mundo está limitada a lo que conocemos, pero en esta realidad de la que hablo, se alterna aquello que conocemos y se extiende para poder trasgredir las barreras de lo trivial, y nos permite ampliar la percepción y el conocimiento que tenemos sobre la realidad...


“…No creo que percibamos nada por separado: percibimos un cúmulo de información, de referencias, de estímulos, que no son individuales en la realidad ni podemos caer en el error de separarlos, pero sólo de ésta manera podremos encontrar sus conexiones. Yo no he conocido otro modo de análisis: distinguimos la información para después volver a un mundo armado, completo y total. Sé que la realidad es completa, grande, integrada, y nuestra manera de percibir también es así; si distingo es porque quiero salir, para volver a entrar.” 


(Leopoldo Novoa, 2003, pág. 54.)



Continuará....

A.I. Mendoza Seda