Alatum



"Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan
todo su entendimiento es su garganta."

Octavio Paz

martes, 28 de febrero de 2017

Oscar


                     Me levanto aquí, inamovible, sobre este pequeño peldaño, y solo aquí esperando, soy testigo a través de las épocas, con este cuerpo Art Déco y el rostro inexpresivo, con esta espada entre mis manos sobre este rollo de cinco radios…Espero, contemplo...
                      La simbolización es importante pero pasa por alto, mi nombre es discutido; ¿fue Oscar Nelson,  por Oscar Pierce? O incluso el rey Óscar II. La monopolización del mérito al séptimo arte está en una noche, en un comité, en una opinión que se divide en muchas. Momentos que se nos dicen son históricos, personas que brillan ante el reflector lejanas de la realidad del resto del mundo, se concentran en un solo lugar, las llaman estrellas, y dejan allí su imagen, esforzándose por ser inmortales, con un vestido, una sonrisa y una fotografía, un discurso, y lágrimas y lágrimas.

                     Los demás son ajenos, en verdad lo son, y no pueden sino imaginar lo que se sentirá ser observado por el mundo, y sin embargo ver la tabla de los galardonados a través de la historia es como ver una gran bandera de Estados Unidos, salpicados por algunos colores distintos…

                    Marlon Brando, Roman Polanski, Steven Spielberg, Meryl Streep, Robert De Niro, Anthony Quinn, Russell Crowe, Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu, Leonardo DiCaprio, Morgan Freeman, Lupita Nyong'o, Francis Ford Coppola, todos son nombres que a una buena parte les suenan conocidos, pero yo los recuerdo a todos, reconozco sus rostros, su llanto, su risa, y un momento de tensión y alegría en medio de una pantalla, en una gran sala, o en una pequeña habitación…

Marlon Brando decía que actuar es la expresión de un impulso neurótico. Es la vida de un vagabundo.

                      Pero hoy no podemos asegurar que lo segundo sea verdad absoluta, talvez si acaso lo primero. Reconozco a lo largo de la historia, la capacidad de algunos actores para transformar su realidad y su cuerpo, viviendo en la vida de una persona creada en la mente de alguien, existente en un pedazo de papel y un montón de caracteres. Se arruinan la vida y la salud, se mueren por dentro, pues fingir la tragedia cuando no se conoce resulta ofensivo. Así que allí se van, en una transformación interna que los destruye desde el núcleo hasta la piel, dejando a otro ser tomar su vida. Posesos se muestran a los ojos del mundo, y ser capaces de sentir esa tragedia hasta los huesos siempre merece el aplauso de aquellos que pagan por dejar que metan las manos en su cabeza, en un corazón palpitante, para acelerarlo, para detenerlo…

                      Rostros que no vemos en esa alfombra roja desfilan en los teatros pequeños de rincones perdidos en el mundo, de cintas pequeñas. Mentes brillantes que imaginan nuevos mundos se hayan flotando, creando momentos, que cambiarán la vida de alguien, las palabras de alguien, yo estoy muy lejos de esos genios.


                       Las personas observan la ceremonia por la televisión, y esto tiene que ver con un aspecto agridulce, sabiendo que no todos son capaces de llegar a esa cima gloriosa. En dado momento uno se pregunta qué tan real puede ser ese momento, si se construye de eso nada más, de instantes y sueños. De rostros metamórficos, que con los años serán olvidados, dejando nada más en su adiós, que un anhelo, una emoción, y pretensiones que se hicieron verdaderas…


Gato Negro



jueves, 23 de febrero de 2017

Cobain


Cantas ronco y agrio, ahora tendrías más de 40 años, casi 50, tu piel estaría caída, la pigmentación de tu cabello tal vez no sería dorada. No sé si tus ojos tristes seguirían tristes, si seguirías lamentándote por el divorcio de tus padres, por el caótico mundo que dejaste, donde los adolescentes se nombran la generación X, en las disqueras que ahora ya casi se extinguieron y tu pensaste que era un medio más de corrupción.
Me pregunto si aún sigues triste por tu dependencia a la heroína, por esa desdicha que reflejaba tu rostro en el Unplugged del 94. Si aún te sientes un pecador porque Nevermaind se vendió tanto, porque “Small like teeen spirit” se convirtió en un himno. Tal vez tus culpas, tantas y tantas fueron las que  aplastaron la risa y la fuerza de tus pulmones. Te sentiste culpable cuando tus bolsillos se llenaron de billetes verdes, cuando MTV trasmitió tus videos, cuando la revista Rolling Stone te sacó en una portada luciendo apuesto, cuando Seatle consideró a Nirvana la bandera del grunge, cuando por la calle te pedían autógrafos, cuando después de tu muerte te compararon con Cristo, cuando te nombraron redentor, mártir, el ultimo maldito. Puede que también te sientas culpable porque después de ti el suicidio se hizo romántico más allá de Werther. O tal vez porque tus converse, tus pantalones rotos y tu look descuidado se comercializó hasta hacerse una moda.
            Aún no sé si tus ojos seguirán tristes. O si cuando lograste cerrarlos para siempre con la bala de la escopeta que detonaste, las manías, las neurosis, las crisis, las bajadas, las subidas, las culpas personales, las colectivas, lo atormentado de tu ser también durmió, si estás durmiendo en el nirvana ideal. Si todos los desacomodos de tu genio, de tu creatividad trazada en la luna y los fetos de tu imaginación lograron sonreír. Si tal vez tu fe dejó de estar lastimada, si en la obscuridad de la muerte encontraste la paz que andabas buscando.
            ¿Kurt Donald Cobain encontraste lo que la vida te quito? ¿Por qué un hombre de ojos claros, manos grandes y creatividad exquisita que sueña con colores inexistentes y ombligos que cuelgan en un árbol, un músico que sabe contagiar a las masas, que ama a una mujer desenfrenada como Courney Love, que llama a su propia hija Been un día de tantos las ondas de la agonía y la nostalgia lo invaden y decide morir? ¿Es acaso que los 27 eran la edad más peligrosa de tu existencia? ¿Es acaso que la vida es insuficiente para llenar a una persona? ¿Es acaso que el mundo no contiene todos los placeres y las redenciones que necesitamos para desear estar vivos?...¿O es acaso que los suicidas son una válvula de escape del mundo, de la sociedad loca en la que vivimos? ¿Será que son el monumento de cuerpos que hacen que las constelaciones guarden su equilibrio, el equilibrio entre el sufrimiento, las carencias, los fracasos y los abismos?

Si el cometido humano desde el origen es luchar por la supervivencia, por prevalecer en la vida, desde que naces te enseñan a cuidarte a protegerte, por qué los suicidas se oponen a este principio básico. Algo pasa, algo sucede en el último momento, tal vez el caos se convierte en una enramada carnívora y les devora la lengua, el corazón, los pies y por último el alma. El Valium, el prozac, el diacepan, el ribotril, las drogas clandestinas y las prescriptas, la terapia, la insípida voz del psiquiatra, la hermosa voz del ser amado se convierten en ecos de una lejanía inhóspita. Es entonces que el suicida decide ir en contra de la naturaleza, en contra de todo principio, y tu Kurt, los ellos, los kamikazes, rompen su propia cadena de ADN para transformarse en aire, para flotar. Tal vez las pérdidas son tan grandes que la vida suele ser insostenible, la vida no basta para sofocar de placer y plenitud. Ni el calor del sol protege del frio, ni la grandeza de la luna ilumina la mirada. Ni este cielo que es infinito, ni este calcio que hace que los huesos crezcan, ni la risa que llega a ser la mejor cara de los momentos, ni las caricias que son el tacto más vivo, nada puede protegernos de nosotros mismos.


Trompa de Mosca

martes, 21 de febrero de 2017

A paso rápido: Yo amo al loco...

Hay palabras en un vocabulario desconocido, que habla, sin parar una y otra vez recordando un nombre.

Juegas con el papel de los sueños, tan frágil, tan delgado, que cuando te acercas demasiado puedes ver a través de él.

Eres la constelación desconocida, un pozo sin fondo en medio del universo, absorbes la luz, las palabras del mundo, en una boca tan profunda que la luz no alcanza a tocar. Usas el oxígeno de esta tierra como un juguete, llenas enormes globos, que pones a flotar en tu espacio, y hay una voluntad inequívoca en desear hacer todo estallar, imponerla, escuchándote en medio de la humanidad.

Tal vez eres un pensamiento vago al que le gusta atravesar las paredes, paredes de hueso. Vuelas en un cielo abstracto, aun para el mismo tiempo. Eres al fin, una realidad que solo un individuo es capaz de conocer, perfecto ajeno, tu también flotas en la bastedad que solo tu comprendes.

No tienes miedo de volar.

Tal vez si lo tienes…

Te he visto mirar al piso, y te has dado cuenta de que tus pies se han convertido en los de un centauro, y recorres a galope un mar, un espejo de agua, tan turbio que te aterra tu propio reflejo.

Cuando no te reconoces; tienes la mala costumbre de emprender el vuelo.

Te aterra el dolor de tu cuerpo.

Tal vez no…

Eres una cometa en el viento, tu hilo delgado se ha roto, y saliste proyectado al espacio, estas ahora al lado de la luna, un satélite que vaga prisionero de la gravedad. Esperas algún día convertirte en un verdadero cometa, y salir volando, atravesar implacable y velozmente el universo que te contiene; la oscuridad y la luz incomprensibles y lejanas…
Solo este silencio y mis brazos pueden comprenderte…

No me olvides cuando el momento llegue...


Nocturno

lunes, 13 de febrero de 2017

A paso rápido: Enfermo

Un deterioro de las funciones. Por dolor o inconsciencia. Por apatía y euforia, la enfermedad nos entumece para el mundo. Nos hace inestables, frágiles; como la hoja de otoño.

Volátil... Cae entre las que ahora se encuentran allí en pedazos.

El idioma del síntoma es variable. Caprichoso. La manifestación de un descontrol, de un problema profundo, casi invisible. Como la maquina nos comportamos de forma extraña. No hacemos lo que se supone debemos hacer.

La enfermedad que es muda, es aquella que esta en el comportamiento. Aquella que se presenta calculadora, evasiva, y a veces encantadora. A veces ni siquiera pueden refutarlos. Ni siquiera podemos refutar nuestros propios pensamientos.

La gana...
La falta de ella.

Se maximizan las reacciones, las lagrimas, los llantos y las palabras. No tiene un diagnostico exacto, viene en muchas formas,en forma de un pensamiento sin forma que roba el aliento, que evita que las piernas se muevan, que los brazos abracen, que la voz hable.

Inamovible

Nuestra piel y nuestra carne es una roca. 

No más un ente vivo, energía acumulada... quieta y tensa.




Gato Negro

viernes, 3 de febrero de 2017

A paso rápido: Vintage

Veo una vida tras otra como una espectadora. Los encuentros son bastos, las despedidas nunca son pocas.

        Los caminos se separan, pero las palabras y los recuerdos permanecen, las promesas que estiramos hasta que el último hilo revienta. No vernos a los ojos para no escuchar nuestras voces, esas que nos hacen menos importantes. Quedamos en un plan previsto, en un segundo lugar, en un pospuesto.

        Las prioridades tienen que ver con necesidades cercanas.

Con ese sitio en donde el ser, es estar.

        Alcanzamos el mundo, lo que somos lo dijo la edad y ese número de la fecha de nacimiento, nos lo dijo el día en que decidimos dormir temprano, el día en que decidimos tomar menos cerveza, hacer más ejercicio, saber más y tener más. Alcanzamos el mundo o el mundo nos alcanzó a nosotros.

        Las horas vagas de esos días de juerga, de ser irresponsables han pasado a esas memorias que se envidian. Las nuevas generaciones se sienten viejas también, mientras que los que estamos en la orilla de ese asiento, nos doblamos, estiramos y sujetamos de todas formas para no caer.

        Muchas culturas, ven el efecto de envejecer como un evento trágico. Vemos en la cara de los abuelos los días pasados, esos momentos que se aferran a su vida diaria, que se convierten en conversaciones monótonas o en sabiduría cotidiana.

        Saberse más viejo es cuestión de momento curioso: Lo sabes por un momento, lo niegas al segundo siguiente. Pregonamos que la edad es solo un número, pero sólo cuando por vez primera, una palabra, un gesto o un arrepentimiento, nos dice que es así.

        Todos envejecemos y las cosas dejaran de importar o importarán más. Enfermaremos, viviremos y algún día seremos esos que apuntan con el dedo llamando idiotas a los demás.

        Nos encontramos en un lugar donde decidimos.

Algunos eligen no ver.


Otros se adelantan.




A.I.Mendoza Seda