Escrito por Rioko Ikeda, el
manga titulado La rosa de Versalles (ベルサイユのばら -Berusaiyu no Bara) salió a la luz en el año de
1972 para posteriormente ser adaptada a su versión animada en el año de 1979.
La historia, está inspirada en la Francia el siglo XVIII y se sitúa exactamente
en el periodo en que la revolución del pueblo en contra de la monarquía se
gesta y tiene su auge con la toma de la Bastilla.
Al conflicto que ya supone la
integración de personajes históricos, tales como los reyes Luis XVI y María
Antonieta, además del Conde Hans Axel von Fersen y la problemática Madame de Poliniac, se
suman personajes originales, integrados con el propósito de ver a través de sus
ojos, la problemática que surge tanto dentro la realeza como en el pueblo en
dicho del acontecimiento. Uno de estos personajes, es nada menos que la
protagonista de esta historia, Oscar François de Jarjayes, quien al ser la hija más
joven del General Jarjayes, es criada como un hombre por decisión de su padre,
quien añoraba un varón que lo sucediera en su cargo. Así, Lady Oscar, como es
popularmente llamada, crece con las obligaciones y educación propias de un
hombre de su época y a causa de la llegada de la princesa María Antonieta de
Austria, Oscar toma la decisión de aceptar a los 14 años, el puesto como Capitán
de la Guardia Imperial.
La historia se desenvuelve a partir de
ese punto, pasando por los inconvenientes que se desatan alrededor de la
llegada de la princesa, tanto su matrimonio arreglado, hasta cómo la joven
ingenua debe integrarse a la corte francesa debiendo sortear sus trampas. Al
principio, como la vida misma, los problemas en los que Oscar debe inmiscuirse
a esta edad, no son tan graves, nada más que líos que tienen que ver con la
realización de que a pesar de las desventuras, el honor y la valerosidad deben
salir a flote. Para entonces, Lady Oscar muestra tener un carácter estoico e implacable
al momento de defender el nombre de su familia y el de la princesa que cuida.
Con el tiempo se gana la confianza y admiración no solo de la corte, sino
también, se convirtiere en amiga y consejera de la princesa; de alguna forma,
en ese príncipe soñado que María Antonieta no encontró al conocer a su
prometido en ese momento, Luis Augusto.
Posteriormente el argumento se
complica, Lady Oscar al igual que las personas allegadas a ella deben madurar en paso a convertirse en adultos, en personas mucho más complejas, también los
problemas que afrentan se vuelven serios. A sus ojos comienza a brotar la
necesidad de la gente y los conflictos que envuelven a su patria con tierras
lejanas. Oscar sabe que María Antonieta en su inmadurez se ve atrapada entre
sus deberes como reina su corazón, sabe que una mujer como ella, con un carácter
dulce y soñador, jamás estuvo lista para cargar con el peso de ser la reina de
Francia en un momento en la historia, en donde los conflictos externos e
internos del país, exigían el carácter de un líder inquebrantable, carácter que
ni su esposo ni ella poseían. María Antonieta se vuelve prisionera de la corona
y de sus deseos y pasiones, aquí Oscar, se ve puesta entre la espada y la
pared, pues como confidente y amiga de la reina, entiende y compadece su
sufrimiento, sin embargo como parte de la milicia francesa y como un soldado,
sabe bien que el sufrimiento del pueblo también es grande.
La trama sitúa a su protagonista en
este constante duelo entre su naturaleza y su deber. Como mujer, Oscar
experimenta el amor y el deseo, más como parte importante de la milicia y como
hombre sus obligaciones la absorben haciendo difícil para ella estar al lado de
la persona amada. Aunado a ello, Oscar es parte de una familia de nobles, que
se encuentra en peligro con la creciente revolución, en contraposición, con
seres a los que ella ama que pertenecen a clases de menor abolengo.
La rosa de Versalles es la historia de
una mujer admirable y fuerte, que nació de la mente de otra mujer, en un tiempo
y un país en donde a penas se comenzaba a dar empoderamiento al sexo femenino. Para Ryoko Ikeda, Lady Oscar es esa rosa hermosa e
imponente, que pese a su belleza y fragilidad, no deja de ser peligrosa y estar
rodeada de espinas. Una rosa, que sufre el destino que tienen todas las flores, que nacen para
convertirse en bellos botones y después florecen a su máximo esplendor, para
morir poco después.
A.I. Mendoza Seda