Alatum



"Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan
todo su entendimiento es su garganta."

Octavio Paz

miércoles, 24 de febrero de 2016

José Fernández de Lizardi, un catrín real.


(México, 1776-1827)

“Nacido hacia el final de la época colonial, la infancia de José Joaquín transcurrió en Tepozotlán, donde su padre ejercía la medicina en el Seminario de los Jesuitas. Hizo en esta población sus primeros estudios, que amplió después en el Colegio de San Ildefonso; pero no pudo terminarlos por falta de recursos.”[1]

“Periodista por vocación y liberal influido por los enciclopedistas, aunque limitado por el ambiente de la colonia, José Joaquín Fernández de Lizardi es considerado no sólo como el escritor más importante de su país durante el primer tercio del siglo XIX, sino también como el autor de la primera novela, en el sentido moderno del término, que se escribió en América.”[2]

“El escritor mexicano José Fernández de Lizardi vive un tiempo marcado por la inestabilidad política y en este ámbito escribe su obra. Su primera producción conocida tiene como objeto la celebración de la subida al trono de Fernando VII (<< La Polaca>>). Pese a esta aparente alabanza del sistema realista, su relación involuntaria con los sucesos insurgentes ocasiona tanto el afianzamiento en su concepto de libertad como la aparición de su producción literaria”[3]

“Lizardi se opuso pronto a la monarquía y abrazó los ideales independentistas. Apoyó la revuelta del cura Hidalgo y luego la causa de José María Morelos, escribió panfletos en defensa de la libertad de imprenta y contra el gobierno virreinal, y fue encarcelado en 1815, tras la derrota de Morelos. Fundador de múltiples publicaciones, la más célebre de todas ellas es El Pensador Mexicano, que duró de 1812 a 1814 y de la cual tomaría su seudónimo literario.”[4]

“Con sus artículos y escritos luchó por la libertad de expresión y contribuyó a consolidar el ideario independentista. Escribió también versos desaliñados, de los que lo más interesante son las Fábulas (1817); intentó el teatro, sin resultado, en piezas como El negro sensible, Auto Mariano y otras. Pero se le recuerda más por sus artículos políticos y, sobre todo, por sus tres novelas, que inauguraron el género en el continente: El Periquillo Sarniento (1816), La Quijotita y su prima (1818) y Don Catrín de la Fachenda (1832).”[5]

Estás tres obras engalanan su repertorio literario ya que sin duda son las que mejor representan una autentica simbiosis de la realidad de México en aquella época, este escritor se destaco por la manera en que el humor y la ironía convertían su literatura en  el reflejo de la sociedad, “Lizardi presenta una sociedad en proceso de cambio, pero también una sociedad fraccionada por sus diferencias… La crítica a las clases privilegiadas se amplía con el ejercicio de la esclavitud, prevaricación, defensa de su raza, explotación de los débiles, etc.,”[6] Fernández de Lizardi se amarro a la realidad para convertirla en una experiencia literaria irremplazable en Don Catrín de la Fachenda  se mofa de una manera muy intelectual del contexto que reinaba entonces, con su personaje principal que lo sabe casi todo como cómo comer sólo una vez al día sin que te de hambre, por dar un ejemplo. Lo que me parece de suma importancia de ésta novela corta es la perfección con la que el autor hace que su personaje se jacte de erudito bueno para nada, don Catrín es la crema y nata de una sociedad desaparecida en la que reinaba la opulencia superficial y digo superficial porque no importaba nada más más que caer bien y presumir lo que se poseía y lo que no también, esto para poder  mantenerse en un nivel de sociedad prestigiado. José Joaquín Fernández de Lizardi se proyecta en la sabiduría de su personaje, este cita obras y autores de renombre  y lo hace en situaciones muy atinadas.

El ambiente político y sociocultural es la columna vertebral de esta novela  todo gira entorno a eso, don Catrín de la Fachenda sostiene su postura de vida, aunque  para los demás no resulte más que un fracaso rotundo, él se limita a seguir fiel a sus ideales así las consecuencias no pinten bien. Esta manera de ver la vida llamo la atención de los que leyeron esta novela  ya que  representaba una situación completamente real entonces,  aún en la actualidad se siguen viendo individuos que viven de la sombra de los demás que tienen y dejan de tener así de sencillo como suena que se rodean de personas importantes tras colgarse de fama que no les pertenece sin embargo después de esto no dejan de ser personas inteligentes y en muchos de los casos su inteligencia es tanta que no logra ser comprendida.

Esta historia que crea Lizardi me parece digna de leerse, releerse,  y recomendarse. Me llamó la atención la cantidad de personajes que cita de lo tan fundamentada no por nada Joaquín fue considerado mejor  escritor del país en el siglo XIX.

Alrep Solano





[1] http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/fernandez_de_lizardi.htm
[2] Ídem.
[3] FERNÁNDEZ DE LIZARDI, JOSÉ JOAQUÍN. (2001) Don Catrín de la Fachenda. Noches tristes y día alegre. Edición Rocío Oviedo y Almudena Mejías. Madrid: Catedra.
[4] Ídem.
[5] Ídem.
[6] FERNÁNDEZ DE LIZARDI, JOSÉ JOAQUÍN. (2001) Don Catrín de la Fachenda. Noches tristes y día alegre. Edición Rocío Oviedo y Almudena Mejías. Madrid: Catedra.

martes, 23 de febrero de 2016

Depresión

Eres un caracol
encerrado, prisionero, iluminado por el sol
no puedes verlo directamente.
Te encojes, coraza dura
tan frágil
en tu propio laberinto estás perdido.

Tu dolor es tu vida
existe en un pensamiento
neurótico, paranoico, caótico, catastrófico…

El mundo es una tormenta;
suicidas translucidas que se lanzan desde las alturas,
para escapar de la tempestad.
La tierra al igual que a nosotros las absorbe
y con la luz su espíritu asciende.
Flotarán también en el cielo
vendrán al mundo de las calamidades de nuevo…

Terrible realidad que aqueja tu mente.
El apocalipsis resuena
¿Puedes oír tu propia voz?
el canto de la destrucción…

El mundo explota alrededor violentamente
la vida,
desde ese cálido y acuoso útero
no es lo que te prometieron que sería.

Una anestesia
Amnesia…

No queda nada
el mundo es gris pálido, sin salida,
la roca se derrumba
el estruendo explota
la misma tierra
te aplasta…

Así que eso era…

Gritas sin que nadie pueda escucharte,
tal vez estás soñando
nadie te dirá lo contrario.

Un sueño.
Una pesadilla con una sola resolución:
Una altura.
Una bala.
Una cuerda.
El andén de un tren…

El mundo entero se ha derrumbado
estrepitosamente con tu cuerpo
y un mar de lágrimas lo sigue
un lamento que sobresale entre todos

Eres tú mismo…

El mundo entero ya se ha derrumbado
y tú… ni siquiera te has levantado…

 Gato Negro


Nada


Hace unos meses un amigo me habló de la nada. Cuando era niño, comenzó a contarme, vi la película La historia sin fin, el conflicto era que la nada invadiría el planeta Fantasía, entonces pensé una y otra vez, qué es la nada, cómo es, cómo invade, cuál es su forma, su color, no podía comprender lo abstracto de aquella palabra, tampoco era capaz de recrear su forma física. Mi amigo agregó que desde entonces, jamás ha encontrado la respuesta a alguna de sus preguntas. Por mi parte no olvidé aquella plática y tampoco sus cuestiones, qué es la nada, cuál es su forma, si te invade, cómo lo hace. A veces cierro los ojos y trato de imaginarla materialmente, espesa, gaseosa, trasparente, sin embargo he caído a la conclusión que si tuviera alguna de esas formas ya no sería la nada, sería algo.

            Buscando un tema para escribir este artículo, me encontré con la nada nuevamente. Estuve gran parte del día repensando diversas palabras que pudieran convertirse en algún tema, pero al final los eliminaba porque no me parecían lo suficiente importantes, entonces me dije, no tengo nada para escribir.   Recordé la plática con mi amigo, analicé la palabra desde otras perspectivas que no había tomado en cuenta, desde cierta simplicidad. Así fue como obtuve la siguiente definición: la nada no existe, no es nada, pero si invade, es un hueco que toma la forma de lo que no es.

            Comencé a desarrollar esta idea, hasta entender que existen dos tipos de nadas. La nada se puede formar o nunca haber existido, es decir puedes perder algo o nunca haberlo tenido. Existe la nada que nunca ha existido y la nada que se forma a través de algo que sí existió, pero ya no existe. La primera es algo que nunca está y nunca ha estado, no existe, no se compra, ni se vende, ni se da, ni se siente. No es aire, ni color, ni sabor, ni dolor, no es un recuerdo. Al segundo tipo de nada la nombré la nada ausente, porque se crea a través de lo que ha existido pero deja de ocupar ese lugar por medio de la inexistencia. Esta nada  comparte casi las mismas características de la primera, varia en algunas cosas. A esta nada la forma la ausencia, es decir, algo había, pero ya no es, ya no está, ya no existe, es el vacio el que le da forma. Esto me hizo pensar en la muerte, cuando alguien cercano muere nos damos cuenta que éste tipo de nada empieza a invadir las longitudes de su no existencia, las vivencias primordialmente, luego los recuerdos, su calor, su olor, su tacto, su voz, su mirada, poco a poco deja de existir y la nada ocupa su lugar. Cualquier cosa que perdamos  y desaparezca dejando un hueco, es la nada ausente la que abarca su lugar.

Cuando nos enfrentamos a la  nada ausente tocamos la nada en su forma tangible, pues es representada por el sentimiento de ausencia. Es ésta nada la que  en ocasiones nos provoca llorar como a Sebastián en La historia sin fin cuando la nada invade el planeta Fantasía. Lloramos porque perdemos, porque nuestra porción de soledad se esponja, porque cada partícula que había formado un algo desaparece, porque desde que nacemos traemos un ombligo integrado para tener algo que nos una a otro algo.


            La metáfora de La historia sin fin es muy clara, la nada es parte de la renovación, de los ciclos, sirve para reinventarnos, para darle la vuelta a la hoja y más que nada para aprender a crear. Después de diversas conclusiones entiendo la importancia de la nada; la nada es algo verdadero aunque su sentido sea abstracto, sin la nada no existiría lo que no existe y por tanto, no existirían las lágrimas puras que se derraman al sentir su hueco en el rincón más profundo de nuestra esencia. 


lunes, 22 de febrero de 2016

La pequeña mente de Azorín.

        Azorín, cuyo nombre completo es José Martínez Ruíz, Nace en Monóvar Alicante un 8 de Junio de 1873 y muere en Madrid el 2 de marzo de 1967, ya conocido por sus facetas de novelista, ensayista y crítico literario.

        Como una de las figuras más importantes de la generación del 98, Azorín centra su literatura en la visualización de España de manera conjunta y no de manera individualista, como parte de un movimiento renovador modernista.

        Dentro de Las confesiones de un pequeño filósofo, se pueden distinguir ciertas apreciaciones desde un punto de vista particular, pero que narran de manera global, una trivialidad de eventos que forman parte de la normalidad de las cavilaciones de un estudiante promedio.

        Se percibe una narración que trascurre de manera lenta, que logra la ilusión de un pensamiento que va acorde con la descripción del lugar en dónde se escribe el libro. Los aspectos descriptivos se presentan de manera detallada, con un vocabulario simple. Existe una amplia gama de imágenes no metaforizadas, que nos conduce a una especie de voz mental, que nos permite ver y hasta cierto punto sentir la percepción del mundo a través de los ojos del narrador.

        Se encuentran descritos en la obra, distintos pasajes que de una u otra manera resultaban importantes en la vida del protagonista, de cuyos eventos rutinarios evocaba a su capacidad reflexiva. Las percepciones que en aquellos momentos ocurren dentro de la mente del narrador, parecen colindar con la inocencia y la ignorancia de la niñez, recalcando en la necedad adulta de hacer entrar en un infante ideas doctrinarias que no le son de su incumbencia, ni importancia en aquellos momentos de su vida. Recalcándolo todo en la vertiente de un conocimiento obligado e incomprensible.

        Creo que la intención del autor con la obra, fue retratar de manera general todos los aspectos que se centraban en la realidad de Yecla como provincia y como escenario del desenvolvimiento normal de una persona promedio; exaltando con esto, elementos tradicionalistas y una verdadera esencia que trasforma el estado natural del pensamiento humano; de cómo incluso en un lugar recóndito, son impuestos los aspectos que exige la sociedad moderna.


        Aunque no llegan a una profundidad incisiva, como vemos en narraciones de éste tipo, como  En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, en cuyo primer tomo Por los caminos de Swann, hace una descripción exhaustiva que evoca no solamente elementos físicos del ambiente, sino personales del autor, o en el caso de Las Tribulaciones del estudiante Törless en cuyas reflexiones están centradas niveles de la naturaleza humana mucho mas complejas. Aquí Azorín juega con los elementos reflexivos de un estudiante promedio que pese a su capacidad perceptiva, no escapa de los parámetros de la normalidad. Creo que de aquí viene a relucir el sentido profundo del título de la obra, que refleja la verdadera esencia de un escenario común y de un personaje con la profundidad cautivante de una persona que vive inmerso en su realidad.

martes, 16 de febrero de 2016

El devenir: La Tovarich

El poema d           La Tovarich de Sabines, parece un constante recordatorio del largo camino que hace falta, para poder comprender una mente ajena.

        Dentro de su estructura se pueden encontrar una serie de “brincos” en los conceptos, que aparentemente, nada tienen que ver uno con el otro. De una manera representativa pareciera que el autor está vagando en sus recuerdos y reflexiones, cerrando de manera circular muchos de ellos, dejando sin salida al lector, que se encuentra atado de manos al intentar hacer una reflexión distinta.

        Dividido en ocho partes en total, cada uno de ellos brinca de un concepto a otro dejando un escondido seguimiento entre todos. Los elementos más recurrentes son aquellos que tienen que ver con la existencia, la vida, la muerte y Dios, como explicación concluyente de los misterios del mundo. La lógica parece natural en un principio, todo unido por los rumbos en que zarpa cualquier pensamiento racional, es decir, desde un recuerdo, pasando por su niñez, adolescencia, a un estado latente de vida, embonada con el sentimiento del amor, una aparente muerte o termino de alguna etapa, y a lo que después se torna en una especie de resurrección en el sentido espiritual, alcanzando así un estado perfecto a nivel mental, que se perfila desde el punto mas alto a un precipicio.

        Es una clase de recuerdo heredado de los ancestros, un origen prehispánico de su ser y de su manera de reflexionar; todo, para finalmente terminar aceptando su humanidad a través de su mortalidad y conciencia de lo efímero.

        Es constante la idea del “caer” en todo el poema, denotando una especie de estado inconsciente como “flotando” entre ambos planos de la realidad y los laberintos del propio sueño que absorbe sus pensamientos, manteniéndolo en una estabilidad activa entre su ser natural y material y el cognoscitivo y espiritual.

        La Tovarich es una especie de viaje a través de la realidad de un hombre, que aletargado comienza a hilar pensamientos uno tras otro, como el correr de un rio, como si hablara consigo mismo y a la vez con alguien mas. Una especie de monologo dentro de un sueño, el monólogo de un hombre dirigido a su conciencia, conciencia que fluye de manera cada vez mas profunda.

lunes, 15 de febrero de 2016

La poética de Blanca Varela

        Blanca Varela. 10 de Agosto de 1929- 12 de Marzo del 2009. Originaria de Lima, Perú, 

         Blanca Varela con el paso del tiempo fue reconocida por su trabajo como poeta.

         Fue en el año de 1949, cuando Varela llegó a París, en dónde se encontró con Octavio Paz, que en ese momento toma la responsabilidad de llevarla a través del mundo artístico en la ciudad. Allí la la pone en contacto con varias personalidades literarias e intelectuales latinoamericanos, que en aquel momento, radicaban en Francia. Después de radicar un tiempo en Florencia, se trasladó Washington, en donde permaneció dedicándose a la traducción y al periodismo. No fue sino hasta 1962, cuando se traslada a Lima de nuevo, esta vez de manera definitiva.

        Conocida como una mujer de actitud reservada, pese a ser acreedora a distintos reconocimientos y premios, su obra es una muestra de las tendencias surrealistas que manejaba a partir de conceptos abstractos y una mezcla de termas e idiomas que le otorgan un sello característico. Es difícil de leer más allá de la voz mental. Blanca Varela, se concentra en un ritmo extraño y frío, con altibajos en lugares poco comunes, que aunque parecieran no funcionar en primera instancia, ella de alguna forma los hace encajar como una pila de bloques apilados y tambaleantes.

        Sucede con frecuencia encontrar que muchos poetas la consideran caótica e inentendible, pareciera que para la sensibilidad femenina de Blanca, la naturaleza era precisamente el orden que debían tener las cosas, ese orden natural y sin parámetros al paso del tiempo. Aquí entra también el concepto de la muerte como una perdida final, un acomodo definitivo de las cosas, pero no por ello fatalista.

        En su poesía, Del Orden de las cosas, dedicado a su amigo Octavio Paz, se desprende la idea del poeta, que tiene una constante confrontación con la realidad a través de sus propias interpretaciones y palabras. Es decir, para Blanca Varela, el poeta solo podía lidiar con la realidad a través de su arte, otorgándole así un orden propio al contexto en el que se desenvuelve.


        Se construye por tanto en persona como en obra, en base a oposiciones. De manera particular, no de forma tajante, sino de manera evolutiva, al paso de sus propios pensamientos. Discierne acerca de un solo concepto avanzando en el mismo hasta toparse con su opuesto, entonces remonta a la idea original desde un punto de vista perspectivo. Aprendiendo de ésta forma a dilucidar su realidad, a entenderla y soportarla.




miércoles, 10 de febrero de 2016

Risa


Buscando la palabra del artículo de hoy, me puse a observar a Miranda, mi sobrina de dos años. Ella trataba de abrir un frasco que algún día contuvo mayonesa. El frasco guardaba aretes y pulseras viejas, Miranda estaba segura que no debía abrirlo, pero al ver que yo no la reprimía lo destapó, comenzó a sacar todo lo que iban encontrando sus pequeñas manos, el sonido de las joyas rozando el cristal del frasco provocó en ella una risa. Esa risa me pareció expresada desde un lugar inconsciente. Estiró sus labios, los dientes diminutos se alinearon, sus ojos se expandieron tratando de atrapar el descubrimiento, sus pestañas tambalearon resistiéndose al vuelo. Sí, volar, porque cuando una risa nos invade es porque algo dentro y fuera de nosotros se desata del suelo, emerge de la materia para volverse etéreo. Nos despegamos de la raíz para quedar inflados, flotando en la inmensidad de la nada. La risa nos desactiva de la historia universal y personal, del día, del sol, de la cordura, de la quietud, de la postura recta. La risa nos hace quebrar el aire, el sonido, las hondas del agua y más que nada la sincronía del guión. Existen tantos tipos de risa como tipos de lágrimas y como tales, la mayoría nace de la espontaneidad.

Tipos de risa. Existen risas incomprendidas, esas que son la invasión de una razón  personal, las que te hacen parecer un loco. Generalmente si hay alguien a tu lado, de seguro te preguntará de qué  ríes, al responder sea probable que no le vea la gracia. Existe la risa de paz, esa que te llega sin ninguna causa, sin ninguna imagen, es una sensación casi invisible. De repente ríes y no sabes  el por qué. Por un instante tu espíritu y el universo se encuentran cuajados, giran a un mismo ritmo.

La risa malvada. Es aquella que la producen los villanos, el lado obscuro que todos poseemos. Nos la otorga la porción de maldad que nos complementa, que gusta del horror, del quiebre, del caos, de la muerte. Es una risa cínica tal como la del Joker. Resulta imposible olvidar la risa de Heath Ledger  o de Jack Nicholson interpretando este papel en las películas de Batman, la risita siniestra de Alex de La naranja mecánica o al mismo Jack Nicholson en El resplandor. Risas que emergen de una reveladora vereda humana que algún día nos levantará del suelo. Otro tipo de risa similar a la anterior es la burlona, en mayoría provocada por las desgracias de otros o de nosotros mismos, ya sea por una condición social,  física, de estilo. Un momento torpe o por una acción inesperada etc.

La risa dopada. Es, quizá, la más original, la más uteriana, la madre de todas las risas porque nace de la naturaleza absurda, de la subjetividad inconsciente y desinhibida. Cuando invade este tipo de risa puede ser que el espectador, comience a burlarse de la persona que se esté riendo dopado. La risa dopada es un inmaculado estado en el que cualquier minúsculo detalle la puede activar: una luz, un tono, una hormiga, un color.

La risa hipócrita. Es un tipo de risa necesaria pero no tan satisfactoria, la impostamos en nuestro rostro para aparentar que estamos riendo de la circunstancia, ya sea para agradar o para ignorar lo que somos y lo que nos rodea. Este tipo es pariente cercano de la risa falsa, obligamos a los labios para que se expandan, pellizcamos nuestra garganta para que omita alguna clase de sonido. Lo que sea entregamos como risa. La causa de este tipo puede ser cualquiera, hasta  el aburrimiento, el resultado al final es aparentar algo aunque no lo sintamos.

La risa triste. Es la que emitimos sin ánimo,  la dejamos libre, tenemos que deshacernos de ella, ya sea para llorar o para parar de hacerlo. Estamos allí sintiendo la tristeza que nos espumea en la sangre y entonces aventamos una risilla desganada, sincera. La risa triste sin duda es un pataleo para tratar de levantarnos del suelo. La risa invisible es la que no se ve, la que explota en el interior,  la mirada puede delatar algunos de sus síntomas, es una risa que aunque no se note se disfruta y se siente intensamente.

La risa carcajada.  Mi risa favorita, aquella que nos convierte en mostros, nos pierde. Todos los tipos de risa ya mencionados son propensos a caer en sus garras. Es una risa que trasforma, hace mutar el cuerpo y el alma. Reír a carcajadas es agarrar vuelo, volar y cacaraquear, sacudirnos, es ponerle el pie al tiempo para que se caiga. Con este tipo de risa llego al final de este artículo,  me arriesgo a afirmar que la risa no es sinónimo de felicidad, es una señal de sentir la vida, de saber tronar. Al reír reconocemos que podemos volar, sabemos alejarnos de todo y de todos, sabernos reducirnos a nada, a un simple sonido, a una mueca destartalada o minúscula. Por eso celebro la risa, cualquier tipo, hasta aquella que nada más parece, como la de los perros cuando están jadeando. Celebro reír porque reír es sinónimo de libertad.




Trompa de Mosca

miércoles, 3 de febrero de 2016

Naturaleza


Hace unos días estuve en el nevado, respiré el aire helado que perfumaba desde la brecha para llegar a él, observé los pinos que contenían, al contrario de los  comunes, unas hojas diminutas tan perfectas y luminosas que parecían de terciopelo, las capas de la tierra, aquel tiempo acumulado que marca la profundidad del suelo con colores y formas diversas, el hielo, el hielo que comí y troné con los dientes para saborear la sima. No conocía el hielo, así que vino a mi memoria el inicio de Cien años de soledad “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde en que su padre lo llevo a conocer el hielo.” yo también habría de recordar la primera vez que mi hermano me llevo a conocer el hielo. Lo que más me impresionó del paisaje fue  la montaña, el pico rocoso salpicado de manchas blancas, la fuerza de su pureza, conocer y sentir algo que nunca antes había visto de tan cerca. En el camino de regreso fui oliendo el bosque, el suelo repleto de corteza, escuché el silencio donde los pinos, las hojas, la tierra y los animales escondidos guardan sus secretos, secretos que se dan a través de la naturaleza. Entonces pensé en la naturaleza más allá de un paisaje, lo micro y lo macro, la naturaleza dentro y fuera del cuerpo, la que se olvida día tras días, generación tras generación.

 Hace algún tiempo mi papá me contó que salieron en una revista fotografías de la Tierra tomadas desde ángulos no comunes,  cuando él las vio, se preguntó cómo era posible que pudiéramos vivir en un planeta que se visualiza tan crudo, duro, áspero, inhóspito, incierto,  amorfo. En aquel momento pensó que era nuestro planeta, un planeta de humanos, llegó a la conclusión que el lugar donde habitamos refleja nuestra naturaleza. En pocas palabras somos feroces, amorfos, rocosos, ásperos, es nuestro origen. Tras haber escuchado la experiencia de mi papá seguí pensando en esto, desde entonces cada vez que veo una imagen de la tierra tomada desde el espacio, la típica imagen que muestra un planeta perfectamente redondo, azul, con territorios apacibles dibujados como un lienzo de acuarelas, pienso que hemos tratado de olvidar nuestra naturaleza, nos gusta maquillarla, ocultarla. Tendemos a observar el mundo de lejos, de muy lejos, nunca de cerca, porque de cerca da miedo, de cerca nos damos cuenta que el mundo es una circunferencia con brotes y bordes por todos lados, de cerca nos asusta ver que somos capaces de sobrevivir dentro de esa masa amorfa llamada planeta Tierra. Es lo mismo que sucede al ver los bichos, los espermas, las bacterias, en un microscopio, nos enfrentamos a la naturaleza cruda, extraña. Hemos dedicado cientos de años en tapar la naturaleza, alejarla para que no nos toque, sin saber que  somos naturales y nacemos de ella, a pesar de revestimos, de cerrar los ojos y los poros, no hay existe dentro y fuera del mundo algo que no sea natural, algo que no provenga de nosotros.


            Al mirar la vida como es y no como se quiere ver, encontramos la naturaleza bella e impura, y en esto como dije anteriormente, no sólo respecto a lo que nos rodea, sino a lo que somos, tanto lo visible como lo invisible. Tal vez nos asustemos porque la costumbre hace al maestro, y nosotros somos maestros del  revestimiento. Probablemente nos daría vueltas la cabeza tratando de encontrar cómo es que sobrevivirnos con tanta fuerza acumulada, con la grandeza que nace de la supervivencia, de la tierra, de sus capas, de su ruido, de sus climas que comen poco a poco la piel, de los frutos, de los árboles que desintegran su vida para darnos aliento, de los animales que se comen unos a otros y después son digeridos por nuestros estómagos, y en resumen nos quedaríamos perplejos y asombrados. Tal vez nos desmayemos al ver que somos igual de amorfos que el planeta que habitamos, pero seguramente cuando despertemos comenzaremos a reír al descubrir que la única gracia de nuestra existencia, es sin duda la imperfección natural. 


Trompa de Mosca

martes, 2 de febrero de 2016

El verdadero legado de Madame Bovary.


“Madame Bovary soy yo”

Gustave Flaubert

        Publicada en 1856, muchas veces escuchamos el nombre de la afamada Madame Bovary, como una de las piezas magistrales del escritor Gustave Flaubert y su herencia como novela representativa del naturalismo.

        Escandalosa en su momento por ser considerada ofensivamente dedicada a la vergüenza pública y moral, a la religión y si es justo decirlo, favorecida por ello, nos trae a cuenta la historia de una joven, Emma, quien en la flor de su vida consigue llamar la atención de Charles Bovary, con quien cree por fin vendrá la puerta hacia la realización de sus aspiraciones y delirios de grandeza, su destino de vivir plena e intensamente como lo había leído tantas veces en aquellas novelas románticas.

        Ubicada en el ambiente burgués del siglo XIX, Flaubert abre una puerta entre el romanticismo y el realismo, en lo que parece ser la historia de un personaje romántico situado en el mundo real. Con esta novela intentaba reflejar la vida aburrida de la burguesía a través del adulterio y aunque su propio autor la confirmó como una creación literaria pura, existe la posibilidad de que la historia tal cual, haya estado inspirada en la vida de Delphine Delamare, cuyos escándalos fueron conocidos por todo Rouen. 

        Como lector tradicional, podríamos preguntarnos si en verdad todos estos datos y demás genialidades expuestas importan en la esencia de la obra misma. Particularmente creo que no. Y es que leyéndola desde un punto de vista académico, podremos encontrar numerosas comparaciones contextuales de literatura a literatura, como de realidad a fantasía, y si es verdad que el trabajo del escritor es inventar mentiras, ¿por qué habríamos de preocuparnos por indagar en los hechos que utilizó para envolvernos en ellas?.

         Recuerdo que hace algunos años, al comenzar a leer Madame Bovary, uno puede notar inmediatamente la naturalidad del fluir de las palabras, que si bien como buen lector se tiene que saber, que en la traducción cabe cierta infidelidad hacia la musicalidad original, el desenvolvimiento de las palabras y de las ideas mismas, llevan a sumergirse inmediatamente en una historia y a la presentación del primer personaje, Charles Bovary, que llama mi atención desde un principio, porque desde el momento insípido en que hace acto de presencia, uno puede darse cuenta por su actitud pazguata que será un personaje que brillará por su ausencia. 

        Contrario entonces, la luz parece rodear a Emma desde el momento en que hace su aparición a los ojos del cansado Charles, que incluso en su apatía es deslumbrado por esta pequeña criatura campesina, inocente y llena de ilusiones. Es aquí donde la problemática extiende su trampa develando lo que vendrá de éste idilio. Emma encuentra en su rutina un aburrimiento y una opresión que le impiden volar tal cual pajarillo de campo que es, es así como por el amor a su lectura y a su naturaleza, sale en busca de algo que le haga sentirse viva.

        Encuentro una relación aquí con un libro mas que conocido, Don Quijote de la Mancha, cuyo protagonista Don Quijote, también es víctima de las aventuras que lee, en donde encuentra la emoción que no logra en su vida normal y busca a toda costa cambiar su realidad aun a pesar de lo que signifique y de la locura que desate en el delirio. Es así el delirio que Emma presenta, cuando busca encontrar en aquellas fantasías su propio vivir. La diferencia entre ambos personajes viene a relucir cuando al contrario de Don Quijote que vierte sus fantasías en su contexto, intentando cambiarlo, Emma intenta cambiarlo tratando de encontrar sus fantasías en una realidad que no tiene cambio.

        Fungirán entonces valores morales que entran en disputa con su posición como esposa, que no se ve comprometida con su primer amor León, quien despierta en ella su propia pasión por la vida misma. En dicha relación ella obtiene una especie de adicción por la sensación del peligro, la cual encuentra posteriormente en un hombre que prestará su atención de forma segura; Rodolphe Boulanger, cuya pasión se describe de tal forma que es imposible pensar en los aires de renovación que vienen a aliviar el corazón aburrido de la pobre Emma, quien al final se da cuenta, de mala manera, que pasiones así, con hombres así, no deben ser tomados a la ligera.

        Enfermar cada vez que su corazón se siente agraviado, es una muestra de la pura sensibilidad del personaje ante la cruda realidad, cuyo imponente muro, no puede ser vencido simplemente con el poder de los deseos o de las aspiraciones. Uno puede sentirse fácilmente identificado con el personaje, hasta el punto de amarlo u odiarlo, porque al final Emma es una mujer que espera vivir en un mundo perfecto, es una mujer sumamente ingenua, que topa hasta en lo insufrible por su constante inconformismo con una vida que por mas que quiera, no puede ofrecerle mas.

        Al final, entregada a la marea turbulenta creada por si misma, tanto emocional como terrenal; la realidad la obliga a buscar la libertad añorada en la única certeza que tenemos en la vida. 

        Irónicamente y pensado de forma cruel, Madame Bovary, tiene tintes de una crueldad casi risible, es como un comediante que busca obtener lo deseado y en el intento siempre se encuentra un chubasco. Emma, es éste actor mudo que en búsqueda de la afamada felicidad encuentra no mas que un torrente de situaciones que se salen de sus manos.

        Ciertamente, la historia es cruel, pero extrañamente liberadora. Solo hay que pensar en ella como un espejo de la verdad, del rostro del ser humano como mortal y como ser de necesidad. Sí, Madame Bovary  es cruda, no solamente por los hechos, también por lla psicología lógica que desarrollan los personajes, que bien por aburrimiento o por ilusiones, terminan creando castillos en el aire, cegándose a lo que irremediablemente tenía que pasar. Nos trae también, la imagen de la mujer que sintiéndose abandonada, se refugia en la inmoralidad de llamar la atención de alguien ajeno a su casa. La mujer que mira por la ventana en busca de una libertad que hace mucho tiempo perdió, en busca del amor y la felicidad; y ni que decir del hombre despreocupado que al vivir y saciar todo lo que en la vida pudo. Nos entrega la imagen del hombre que ya no es fascinado por nada ni siquiera por la tragedia y por el contrario, los soñadores que se dejan cautivar hasta por el olor de las flores y se embarcan en vertiginosos sentimientos que sienten como una aventura y al final se dan cuenta, de que dicha travesía o bien termina por aburrirlos o toma rumbos que no esperaban.


        Madame Bovary, no es una historia de enseñanza, Bovary es una historia de realidad humana, de lo que puede pasar cuando se unen las personas equivocadas en el lugar equivocado, de lo simple que trabaja el destino solo con girar la vista en un instante o escuchar una palabra en el momento preciso. La verdadera sorpresa es descubrir que extrañamente las situaciones forzadas de esta manera, en nuestra realidad, existen un poco en cada esquina y que incluso frenados por una educación moral, no acontecen a la luz, pero lo hacen en una oscuridad no literal, en un interior conceptual, en donde los impulsos, el patetismo y ensoñación de nosotros mismos, trabaja en el génesis del pensamiento y da vestigios de su existencia de vez en cuando, en el mundo real.




A.I. Mendoza Seda

Bibliografía.

Flaubert, G. (2009). Madame Bovary. Madrid : Catedra.

lunes, 1 de febrero de 2016

Pandora


La luz de la taberna es una hora más roja hasta llegar a la media noche.

Caminan como si tuvieran los pies descalzos, con una facilidad torpe, que las mantienen derechas, rígidas y tambaleantes, al igual que sus carnes enjutas en aquellos tubos de telas brillantes, que fungen como vestidos. 

Ríen descaradamente; otras más calladas, como si estuvieran vendiendo joyería, se acercan discretamente al oído de los clientes susurrando seguramente alguna cifra. Todas iguales, con sus respectivos rostros.

De entre la multitud de muñecas mal pintadas, destaca la solicitada chica de cabellos negros, lacios, tan parejos que parecen estar matemáticamente distendidos. Su sonrisa blanca, los ojos pardos y grandes como un par de ciruelas brillantes bajo la calurosa luz carmín, tiene puesto uno de sus tantos vestidos negros, dejando ver toda la longitud de sus piernas blancas hasta los tacones obscenamente altos; sonríe, irónicamente tímida, como si ante los halagos sobrados de sus posibles clientes no supiera que responder. A veces parece que no piensa en nada, se queda distante mirando el espejo detrás del aparador, contemplando su reflejo cortado entre paneles de botellas de alcohol, como si el objeto de su amor fuese sí misma, solo así…  Interrumpida solamente, por la voz de algún borracho, al que simplemente le permite tocarla.

Cuantas veces imaginé sentir el tacto caliente de tus piernas a través de tantas manos, cinco, diez; en las expresiones de tu rostro, en tu garganta. En la intimidad que guardas descuidadamente se encuentra la esperanza para aquel que te toca en las noches de insomnio y hastío, y para los que te miran de lejos, una caja que guarda las desventuras y tragedias del mundo; cuantas veces has sido primera, cuantas veces has sido última, cuantas veces rescatada, cuantas veces encerrada; eres alivio y pesadumbre, mía y de todos querida, despreciada, Pandora…

Algunas veces he cruzado miradas con ella, absorta simplemente me sonríe y a veces incluso, parece que quiere me acerque. Finalmente, una noche tras varias copas de valor, lo hice, como un pequeño felino cazando una lagartija, sin que se diera cuenta estuve a solo un metro de ella… Error fatal, salí aquella noche de la taberna deseando borrar la imagen cercana de su presencia.

Es horrible cuando la miras de cerca, sus cabellos parecen arrancados por la fuerza de algún viejo maniquí, de un almacén que cerró desde los años 50´s, son tiesos y secos como la textura de su piel rugosa y amoratada; sus pestañas hartas de plastas se fruncen hacia todas direcciones, haciendo parecer que sus ojos están torcidos uno contra el otro. Descubrí que uno de sus ojos siempre está mirando hacia dónde no debería mirar, sus labios resecos y despellejados apenas son cubiertos por el ridículo tono magenta que tanto se esmera en recargar, cuyo lápiz labial seguramente repasa tantas veces en la noche, que supongo debe gastar uno a la semana…. Muñeca maltrecha, usada y tirada; se levanta embadurnada de la apestosa baba de los vejetes, que  la compran por unas horas y después parecen arrepentirse de la adquisición.

Si, Pandora eres horrible cuando estás cerca, sin embargo no fue aquella imagen vulgar lo que me hizo salir huyendo aquella noche, sino la marca inexorable que vi trazada en tu espalda, la prueba de que soy la presa que el destino ha engordado para ti… A través del absurdo escote de la espalda de Pandora, una explosión de estrellas dibujan un camino extraño, en el que mis ojos expertos se perdieron, marcas negras, negras estrellas, pequeños puntos tan cercanos y lejanos se colocaban en todas direcciones; los más intensos, justo como las estrellas que marcan las constelaciones...

Allí estaban, tantos puntos marcando la imagen de una constelación, allí estaban Deneb Algedi, Nashira, Armus, Alshat, Pasan y Gliese 785, acompañada de todas sus hermanas, ¿Cómo escapar de semejante presagio?

Esa noche no pude dormir imaginando y tratando de desarmar aquella constelación de su espalada, imaginando que era mentira, que yo regido por Saturno estuve mirando la luna de manera tan descuidada… Pretendí nunca haberla visto, conocido; pero el hedor a cigarro en su cuerpo y ese perfume barato venían a mi mente cada vez que pasaba un café, cada vez que subía a un autobús, ¿Cómo no recordarte Pandora?

Hoy regresé de nuevo, de nuevo me encuentro mirando a tan pequeño, hermoso y deforme satélite, no puedo alejarte Pandora, tu tampoco puedes huir de la fuerza de gravedad…



Gato Negro