“Cuando
el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda,
que
no se parece a una pierna. Del mismo modo
ha creado,
inconscientemente
el surrealismo…después de todo,
el
escenario no se parece a la vida que representa más que una pierna.”
Guillame Apollinare
Para el Bombonete
Ese lado, ese ángulo que
todos poseemos, ese lado mal puesto donde las lágrimas se convierten en quesos
redondos, donde la boca toma la forma de un río y la risa es una palma meneada
por el viento, por el viento de una playa, por una hermosa playa sin arena,
donde observamos las costillas del mar. Podemos en este espacio sacarnos los
ojos y ponerlos en un vaso de agua para que se refresquen como en los poemas de
Sabines, o cortarnos los parpados para quitarnos el líquido de la maldad como
en el Perro Andaluz. Podemos hacer
que la musa tenga una cara de pizza como en la canción de La cuca. Y es que en
este sueño de vida, en este trozo de mente, en esta orilla de la humanidad nos
damos cuenta que el surrealismo era y es imprescindible antes del surrealismo.
Tendríamos que darnos cuenta que la cordura nunca ha estado
en el mapa existencial, que si anulamos nuestra parte disparada y distorsionada
no seriamos capaces de tener propósito. De poseer el sin sentido, la risa que
se convierte en pesadilla y a su vez la pesadilla nos hace dudar y temer a la
inexistencia. Que nada es como parece o que las cosas pertenecen al sentido, a
ese sentido de apreciación que captura las bifurcaciones que nos rodean y que
están introducidas en el interior. Que los pensamientos y las sensaciones son
irreales, que no requieren de orden o sentido, o que tal vez todos las imágenes
lo tienen y no somos capaces de racionalizarlo o tal vez sí. Qué quién conoce
las respuestas si todos respondemos de diferente manera, si cada quien cuenta las
cosas como las percibe.
Estar por encima de la realidad es la identidad humana,
porque es la forma primaria de imaginar y de crear, sobrevivir. Porque después
de todo el surrealismo no es más que una forma de supervivencia, de la
supervivencia del arte y de la vida. La vida en toda su forma, la vida canina,
la vida gatuna, de los leones en África, de las hormigas, de los peces y los
tiburones, de todas las especies animales y plantas, pues quién pudiera vivir
sin el inconsciente. No sobreviviríamos sin él, no nos enamoraríamos, no nos
pondríamos tristes, no tendríamos una salida o un agujero de la realidad, un
descanso. Porque si solamente nos alimentáramos de realidad estaríamos tan
cansados y atrasados que irónicamente nuestra vida carecería de sentido, de
sustancia.
Y es que el surrealismo no lo inventaron los francés, el
surrealismo lo inventaron los sueños, la perseverancia del hombre por descubrir
e interpretar. En la actualidad sigue siendo el medio que poseemos para sobrevivir,
¿no es acaso el internet un medio surrealista? ¿No es acaso un sueño pensar que
si estudias una carrera universitaria tendrás una vida mejor? ¿No es
surrealismo el sueño del jornalero pensar que el siguiente día será mejor que
el presente, que algún día todo va a mejorar? Si no hubiera estas ideas irreales
no sobreviviríamos, si no nos enamoráramos creyendo que hemos encontrado la
felicidad no hubiera descendencia.
Nuestra
existencia está basada en un caballito de bronce, en el Dada, en los Ismos
antes de crearse, en la pregunta y la respuesta que da el sombrerero loco, ¿En
qué se parece un escritorio a un cuervo?... la vida no está trazada por un
razonamiento, por una respuesta, o por una realidad concreta, simplemente por
diversas realidades que parecen sueños. Llegan tan fácilmente y luego
desaparecen, la vida es instantánea como un sueño, como algo que carece de
sentido y de propósito. Aún con todo tenemos que creer que lo tiene, que es
sublime, aunque no sepamos definir concretamente por qué. Sin poder responder a
ciertas preguntas; por qué algunos creen en la existencia de Dios y otros no,
por qué algunos mueren por un ideal y la mayoría ni siquiera los tienen, por
qué Hitler mató a los judíos, por qué Gandhi evitó tanta muerte. Por qué somos tan
parecidos y a la vez tan opuestos, lo único que sabemos es que existe un
enlace surrealista con el universo, con
los antepasados, con los animales y las plantas. Un enlace que está por encima
de la realidad y de la razón, pues ambas cosas son intangibles al final de
todo, tan intangibles y extrañas como las pinturas de Dalí.