Alatum



"Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan
todo su entendimiento es su garganta."

Octavio Paz

lunes, 27 de marzo de 2017

Surrealismo


“Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda,
que no se parece a una pierna. Del mismo modo  ha creado,
inconscientemente el surrealismo…después de todo,
el escenario no se parece a la vida que representa más que una pierna.”
Guillame Apollinare

Para el Bombonete

Ese lado, ese ángulo que todos poseemos, ese lado mal puesto donde las lágrimas se convierten en quesos redondos, donde la boca toma la forma de un río y la risa es una palma meneada por el viento, por el viento de una playa, por una hermosa playa sin arena, donde observamos las costillas del mar. Podemos en este espacio sacarnos los ojos y ponerlos en un vaso de agua para que se refresquen como en los poemas de Sabines, o cortarnos los parpados para quitarnos el líquido de la maldad como en el Perro Andaluz. Podemos hacer que la musa tenga una cara de pizza como en la canción de La cuca. Y es que en este sueño de vida, en este trozo de mente, en esta orilla de la humanidad nos damos cuenta que el surrealismo era y es imprescindible antes del surrealismo.

         Tendríamos que darnos cuenta que la cordura nunca ha estado en el mapa existencial, que si anulamos nuestra parte disparada y distorsionada no seriamos capaces de tener propósito. De poseer el sin sentido, la risa que se convierte en pesadilla y a su vez la pesadilla nos hace dudar y temer a la inexistencia. Que nada es como parece o que las cosas pertenecen al sentido, a ese sentido de apreciación que captura las bifurcaciones que nos rodean y que están introducidas en el interior. Que los pensamientos y las sensaciones son irreales, que no requieren de orden o sentido, o que tal vez todos las imágenes lo tienen y no somos capaces de racionalizarlo o tal vez sí. Qué quién conoce las respuestas si todos respondemos de diferente manera, si cada quien cuenta las cosas como las percibe.

         Estar por encima de la realidad es la identidad humana, porque es la forma primaria de imaginar y de crear, sobrevivir. Porque después de todo el surrealismo no es más que una forma de supervivencia, de la supervivencia del arte y de la vida. La vida en toda su forma, la vida canina, la vida gatuna, de los leones en África, de las hormigas, de los peces y los tiburones, de todas las especies animales y plantas, pues quién pudiera vivir sin el inconsciente. No sobreviviríamos sin él, no nos enamoraríamos, no nos pondríamos tristes, no tendríamos una salida o un agujero de la realidad, un descanso. Porque si solamente nos alimentáramos de realidad estaríamos tan cansados y atrasados que irónicamente nuestra vida carecería de sentido, de sustancia.

         Y es que el surrealismo no lo inventaron los francés, el surrealismo lo inventaron los sueños, la perseverancia del hombre por descubrir e interpretar. En la actualidad sigue siendo el medio que poseemos para sobrevivir, ¿no es acaso el internet un medio surrealista? ¿No es acaso un sueño pensar que si estudias una carrera universitaria tendrás una vida mejor? ¿No es surrealismo el sueño del jornalero pensar que el siguiente día será mejor que el presente, que algún día todo va a mejorar? Si no hubiera estas ideas irreales no sobreviviríamos, si no nos enamoráramos creyendo que hemos encontrado la felicidad no hubiera descendencia.


Nuestra existencia está basada en un caballito de bronce, en el Dada, en los Ismos antes de crearse, en la pregunta y la respuesta que da el sombrerero loco, ¿En qué se parece un escritorio a un cuervo?... la vida no está trazada por un razonamiento, por una respuesta, o por una realidad concreta, simplemente por diversas realidades que parecen sueños. Llegan tan fácilmente y luego desaparecen, la vida es instantánea como un sueño, como algo que carece de sentido y de propósito. Aún con todo tenemos que creer que lo tiene, que es sublime, aunque no sepamos definir concretamente por qué. Sin poder responder a ciertas preguntas; por qué algunos creen en la existencia de Dios y otros no, por qué algunos mueren por un ideal y la mayoría ni siquiera los tienen, por qué Hitler mató a los judíos, por qué Gandhi evitó tanta muerte. Por qué somos tan parecidos y a la vez tan opuestos, lo único que sabemos es que existe un enlace  surrealista con el universo, con los antepasados, con los animales y las plantas. Un enlace que está por encima de la realidad y de la razón, pues ambas cosas son intangibles al final de todo, tan intangibles y extrañas como las pinturas de Dalí. 





Trompa de mosca

miércoles, 22 de marzo de 2017

A paso rápido: Felíz

              Pasamos la mayor parte de nuestra vida, en búsqueda de la felicidad, como si fuera ese tesoro al final del arcoíris, el santo grial de condición humana.

            ¿Qué nos dicta aquello que llamamos felicidad? Los estereotipos sociales, tener seguridad económica, un empleo, reconocimiento de la comunidad, de nuestros semejantes, roles de género, belleza, descanso…

Algunos tenemos estrellas en las manos…

           Sin embargo llega un momento en que es inevitable percatarnos, que la felicidad al igual que todas las emociones humanas, tienen una parte de verdad, y otra esta hecha de ilusiones. La felicidad no es un estado de ánimo permanente, de la misma forma que no lo es amor, o la tristeza, y aunque algunos se quedan estancados en ella, hasta llevarlos a desaparecer de este mundo, nos preguntamos… ¿Por qué nadie se queda estancado en la felicidad?

             La felicidad es efímera, es volátil, y frágil, como una pompa de jabón que por un momento flota, llena de colores vibrantes, pero eventualmente es traída al suelo por la fuerza de gravedad, y desaparece, dejando una marca ligera, de que alguna vez estuvo allí…

              Y así volvemos a buscarla, y pronto nos preguntamos, por qué necesitamos tanto para ser felices, por qué necesitamos más que ese momento efímero de alegría simple, por qué buscamos complicar nuestra vida en aviones y casas lujosas, en grandes patios y familias y nuevos hijos y nuevas cosas… ¿Acaso lo que somos no es suficiente? ¿Acaso no podemos llamar a ese momento de paz en una estancia felicidad?

El ser humano siempre desea aquello que el otro tiene…

        Y deseamos lo mismo, deseamos más luces, deseamos más belleza, deseamos más bocas, más brazos, mas ojos mirándonos…

Deseamos más…

Y al final tal vez nada sea suficiente…


Gato Negro

lunes, 20 de marzo de 2017

Muertos


¿Y a dónde nos llevará la muerte ahora? ¿A llorar con lágrimas quebradas, a cantar con la fuerza que en el cuerpo quede, a pensar que en el más allá alguien cruzará a los muertos mientras les regala chocolate recién hecho o a morir en la tumba del amado como el perro negro de José Alfredo? ¿A dónde me llevará la muerte, a imaginar a la multitud, que ellos están allá en la mesa larga con manteles bordados, escuchando corridos, comiendo morisqueta y bebiendo tequila?

El Manchas, mi perro de la infancia está tomando litros y litros de coca porque al fin y al cabo la diabetes no lo puede volver a matar. Estará mi tío Javier boxeando o jugando a las vencidas con mi tío Pepe mientras Monchis bebe de la botella de caguama porque en la muerte nada se prohíbe, porque el exceso es una extensión del placer. ¿Conversaran el abuelo Tadeo y el abuelo Javier del temporal de lluvia, de los poemas de Pablo Neruda? La abuela Lola de seguro ha de estar cantando “Yo soy como el conejito” mientras el tío Andrés cosecha sandias. Y don José, mi amigo, mi gran amigo ¿estará sonriendo tirándose unos buenos huacos porque en la muerte acaba uno de consolarse de la vida?

¿Estarán oyendo los ecos de este ruido de insectos y bullicios vitales, probando el mole con tortillas recién hechas, mojando sus pies en el río que se atraviesa cuando la vida se vuelca y se torna invisible? ¿Estará allí mi tía Evangelina, la querida tía Evangelina, estará peinando sus cabellos rubios de mazorca, esperando mi llegada, la llegada de los que van de salida, de los que ya no se quedan? ¿Tejerá y destejerá como Penélope gabardinas para que cuando yo llegué no sufra fríos?  

¿Cuántos estarán dónde mi mente los dejó, donde mis recuerdos los soltó en el agua de la obscuridad? ¿Cómo estarán aquellas pieles que toqué y besé? ¿Cuál será el aroma de sus cabezas adormecidas? ¿Cuántos kilómetros nos separan, cuantas lágrimas se han de estar ahorrando sus ojos? cuántas preguntas sin respuestas y sólo, y únicamente esta cabeza mía que piensa en la muerte como Macario que compartió su guajolote sólo para tener más tiempo. El tiempo que yo poseo para pensar en la muerte, en la que cuesta creerla, en su existencia que está del otro lado y aún no sé exactamente dónde. Esa muerte que nos separa y a la vez nos sueña, la muerte que desde que nacemos nos rodea, nos barniza las uñas, nos hace trenzas. Esa muerte que acaba lo que un día se atreve a empezar, esa muerte de figura abstracta, de perseverancia incondicional. La muerte que es de los muertos y de los vivos.


Qué muerte viven los muertos, qué vida vivimos los vivos. Qué baile nos apetece bailar. Hoy voy acompañar el compás de los muertos y los vivos porque todo va junto, una cosa primero luego la otra, pero siempre el mismo destino. Vamos a revolvernos, a gozar la muerte en vida y la vida en muerte porque lo único que queda es el baile, la risa, el dolor y el placer de vivir de ratos y morir para siempre. 


Trompa de Mosca



miércoles, 15 de marzo de 2017

A paso rápido: Culpa

Dicen los católicos que la culpa es nuestra...
Acertada aseveración, lógica.

        Experimentar culpa es un sentimiento normal, casi cotidiano, tanto, que incluso la vemos reflejada en los ojos del perro cuando destroza algo. 

        Nunca he experimentado culpa placentera, esa bazofia la inventó alguien que no tenía nada mejor que hacer que complacerse. La verdadera culpa, viene con un sentimiento ausente, doloroso, sofocante. Nuestras acciones nos definen, no si creemos en espíritus mitológicos que nos libraran de todo pecado o enviarán lo que queda de nosotros — si es que queda algo — a una dimensión paradisíaca o caótica. A veces herimos, con la palabra o las acciones, a veces dejamos de hacer y eso es suficiente. No ayudamos cuando podemos y ponemos tantos pretextos. La realidad es que cuando la intención está, los recursos no son problema. Auxiliar a un ser necesitado, requiere únicamente del querer.

       Suspiré cuando vi tus ojos tristes y tú llanto y mis labios se tensaron, mi mirada se apartó de tu cuerpo frágil e inocente y seguí mis pasos, dejándote atrás, sabiendo que estabas asustado y hambriento, sabiendo que en mis brazos había algo para ti...

        La triste realidad es que las personas se cansan de ser buenas. Se cansan de siempre ser ellas; se corrompen, sus corazones se rompen, son abusadas, exprimidas, hasta que no queda más que una caminata lenta y una mirada triste, y culpa... 

La bondad de los ángeles no es infinita...


Mucha culpa...


A.I.Mendoza Seda


martes, 14 de marzo de 2017

El precipicio

                  Y la cortina se abre de nuevo, aquí vamos, con todo y dudas, con todo y miedos, porque sería de mi parte un desdén hacia la vida que me podría costar, decir, que voy sin una gota de temor; pero lo importante es que voy ¿no es así?  Así que me he quitado posibilidades banales para obtener recompensas trascendentales, adiós a meterme a la boca de una bar cada fin de semana, a la de no mirar los precios del menú de un restaurante promedio, de eso se trata la apuesta, de generar un cambio que redima mi destino y que grabe mí nombre en la historia…

                 Dicha decisión pasa por el asunto de encontrarle un significado importante a los días, tratar de no caer en la rutina que se devora tu vida, o en una rutina que sientes te hace al menos vivir cada día como si de verdad importara, no llegar como si fuera una meta al fin de semana, si no dejar de saber qué día es y solo preocuparte por vivir. La intención de esta decisión es llegar a eso, aunque la verdad a veces siento no tengo la menor idea de cómo llegar a ello… Porque supongo en esta búsqueda hay espejismos, hay circunstancias que parecen encajar y de pronto no lo hacen…

                La duda se hace presente, la incertidumbre, el miedo a que estés en un camino sin final, a una decisión que solo te hará comprender que la conclusión es que, no todos están destinados a la grandeza, a ser diferentes, a ser destinados a sumarte a las masas nada más… Un golpe directo a la seguridad, a la confianza, tal vez no lo pronuncie, pero vive a mi lado como un fantasma que me habla cada noche, cada que la cúspide se aleja o la vertical del camino se hace más pronunciada...

               Valor es cuando al estar la duda y el miedo, cuenta y es auténtico, sin estos dos elementos en la ecuación, no sería valor, sino ignorancia, o soberbia cuando menos, y si entonces a pesar de ello cuentas con las agallas necesarias para arriesgarte, para equivocarte, para caerte sin saber si podrás levantarte, entonces sin importar las voces en contra de tu camino, sin importar las posibilidades y los contextos adversos, condiciones impropias para la buena cosecha, entonces, creo sinceramente ya tienes algo esencial a tu favor… Algo desde donde todo puede suceder… ahí, la más improbable semilla puede germinar, algo llamado… Determinación.

               Habrá que no confundir la determinación con la terquedad, o necedad, pues entonces nuestro destino final será el fracaso, darnos cuenta de la diferencia es -si somos abiertos-muy fácil de reconocer, pero a la vez difícil, pues significa admitir una dolorosa realidad, significa reconocer si lo que haces es suficiente para alcanzar lo que se quiere o entender que no lo haces y que de esa manera no podrás lograrlo,  cualquiera que sea la meta, y porque digo que es difícil, simple, porque si el resultado de ese pequeño análisis es que no haces lo suficiente, entonces el reclamo no es más que para ti mismo, mirarse al espejo con honestidad no es sencillo, criticarse a sí mismo es un proceso que puede desencajarte, minarte y destruirte, es un proceso que bien aprovechado te llevará a nuevas alturas pero que de no tener una madures mental apropiada será contraproducente para tu confianza y seguridad, una puerta para la depresión, un estado del cual a veces ni te enteras que lo has dejado entrar…


              No hay una moraleja en mi decisión, si no una cruel verdad, simple pero a la vez  tan bella que debo admitirlo, y esa es… hazlo, si fracasas admítelo y sigue adelante, pero al hacerlo no te engañes y deja cada gota de energía en ello, cada pensamiento, cada respiro, cada bendito momento, pues si el fracaso llega a ti, entonces, a pesar de ello no habrá reclamos frente al espejo, si no solo la belleza de admitir quién eres y a dónde perteneces, y supongo que llegado ese momento serás feliz pues no hay nada mejor en esta vida que saber que y quién eres..., aunque en este juego de palabras no me imagino al fracaso apareciendo en nuestro destino, pues  si como lo han demostrado las grandes historias,  hay y existe, una gran determinación en tu camino…


Victor J. Mendoza Seda

lunes, 13 de marzo de 2017

Luz


“Y se hizo la luz” el mundo dejó la obscuridad, al nacer abrió los ojos y la luz entró en su cuerpo.

El cuerpo está inundado de millones de relámpagos dorados, hay también una incandescente luz roja. Alrededor existe la luz de la computadora, el celular encendido por algún adolescente perdido en su identidad invisible. Los puentes de luz que se ven afuera de mi ventana, el zigzagueo de luz que forma ese tráfico. Imagino que también en mis ojos hay luz, la luz de todas las luces que me rodean y las luces de mis recuerdos y de los subterráneos de mi alma.

         ¿Cuánto brillará mi luz interior? ¿Será una luz azul de neón o dorada tan dorada que brilla como el sol? ¿O será discreta y dormilona? ¿O estaré en saldos rojos? ¿Es que acaso estoy irradiando la luz roja, la más peligrosa de todas las luces?... ha llegado el momento que el lector se pregunte cuánto brilla su luz. Se acerque al espejo más próximo, mire sus ojos, observe más allá de su iris, entré tan dentro que comience a viajar en su propia historia. Aparecerá su nacimiento, el primer llanto, el primer paso tembloroso, el sabor de la primera manzana de su humanidad, aquellos alimentos que comenzaron a cargar de luz la vida. ¿y si los alimentos que probaron no tenían color, eran como pedazos de cartón? Quién los recibió en aquella vida recóndita, qué vieron sus ojos, qué sintió su carne. Sus genitales han sido tocados con ternura o con asco, con malas intenciones, con ganas de explorar o con deseos de ultrajar. Ustedes mismos, cómo se han tocado, qué tipo de caricias se obsequian. ¿Hay caminos obscuros, caminos bifurcados, grietas que fueron destrozando las veredas? ¿O hubo tanta luz que su infancia fue una feria constante de cuetes y algodones de azúcar? Y ahora a la edad que tienen, cuánta luz permanece en su oído, en sus ojeras, en sus brazos, en la barriga, en el paso de baile que son capaces de ejecutar. Qué hay de la luz que siempre tiene que estar encendida con los aceites de la nostalgia; que es tristeza y poder.

         La luz está concentrada en todo, incluso en la obscuridad, en las sustancias que nos dijeron que no probásemos, en los terrenos que nos advirtieron no pisar, y pisamos. Nos llenamos de moho, nos despeinamos, comenzamos a perder la luz, nos cansamos y agotamos las velas, los cerillos, los encendedores, porque tronamos las reservas de luz, las danzas que hacían que la luz siguiera fabricándose. Quedamos en saldos rojos, esa luz que nos indica que estamos perdiéndonos a nosotros mismos, que estamos en peligro de extinguir la luz, de quedar en banca rota. Si es el caso, es el momento que el lector siga las siguientes indicaciones; se cuelgue de cabeza,  sienta cómo la sangre se le atiborra en el rostro, vuelva a nacer a las nuevas cosas, es hora de olvidar todo, de llorar como un bebe, de querer estar con los padres, de sentir la protección del más fuerte. Tiene que dejar que el óxido de la luz se limpie con paciencia y trabajo, es hora de dejar que la naturaleza focalice la luz que existe en todos los universos. Es el momento de volver a enamorarnos a nosotros mismos. 


Trompa de Mosca

martes, 7 de marzo de 2017

A paso rápido: Caos

Después de tanto tiempo estamos conscientes de que la estupidez humana es infinita. Ese procedimiento que viene de una chispa invisible dentro de un órgano blando de aspecto desagradable. Allí en ese minúsculo espacio, el razonamiento se produce, se transforma en palabras, en pensamientos, es ideas a veces intangibles, en deseos e impulsos. 

Besar a alguien es parte de un arrebato emocional, el disparo de una sustancia que obliga a nuestro cuerpo a moverse, a desear sentir la cercanía de forma intima, Como vemos en los animales, el instinto en nosotros es latente, así como le es en un tigre buscar a su presa, como lo es en la colmena de hormigas destruir un arbusto, como lo es en el perro cavar un hoyo. Nuestro instinto es el progreso, la búsqueda de la simplificación de las tareas, la conquista...

Como reyes del mundo deseamos una corona...

Allá en los tiempos de la historia, los grandes monarcas pagaron con sangre sus tierras, pagaron con esa esencia que conocemos como alma, una moneda de cambio invisible que solo el ser humano aprecia. 

Somos tramposos, siempre lo hemos sido.

La elocuencia del ser humano ha movido pueblos enteros, ha cambiado la tierra, trasformado paisajes enteros, en nuestro afán de avanzar nos hemos devorado a nosotros mismos, hemos devorado al mundo, y seguimos destruyéndolo. 

Si la tierra en nuestra desesperada compresión tuviese una voz para levantara, seriamos ese fruto de un vientre puro que ahora está podrido, el hijo que con pena se ama, aquel del que se avergüenza. Nuestra bondad esta limitada a lo que nuestros brazos alcanzan, la bondad de la humanidad como especie, en la historia no existe.

La ideología es un veneno, la percepción engaña, el sentimiento puro incluso de amor, nos ha mostrado cuan maligno puede ser. 

La humanidad es un caos.  

Un montón de impulsos a punto de estallar...


Nocturno


viernes, 3 de marzo de 2017

Papalote



En este momento soy un papalote sin hilo. Voy volando por el cielo, los cachetes me parpadean, me arden los ojos y los pies hacen como que nadan. Digo adiós cuando puedo, miro a las personas que se pierden entre hormigas. A veces logro dormir en el aire, casi nunca porque es difícil volar dormida. Olfateo el montón de casas, en su interior las familias cocinan, qué bien ha de saber ese chocolate en leche acompañado con conchitas, con el bolillo recién horneado, el caldillo de los frijoles de la hoya, el vaso de coca cola bien frio, las risas mientras parten la tortilla para poder pescar la sopa de huevo; bello y dichoso. Saboreo sus abrazos, admiro los momentos desapercibidos, el llanto de los bebes, las madres que regañan mientras recogen zapatos mal puestos, los suspiros de los perros que duermen todo el día.

Le digo adiós a la preciosa casa del bulevar, a sus orillas abandonadas, al almendro, a los recortes de la pared de mi viejo cuarto, a los escalones de metal donde me senté a fumar, a la regadera donde lloré y tuve sexo conmigo misma o con la imagen de Dani Day Lewis.

Sigo volando como un papalote sin rumbo, vuelo por los aires mientras saludo a los pájaros que van en parvada. Yo no sé volar. Yo sólo me rehúso a que la fuerza de gravedad me atrape, me rehúso a que el cerebro devore mis tripas, a que mi entraña se extinga, a que el calentamiento global la erosione. A que mi libertad interior se dejé de cosechar, a que el vació se llene de humo obscuro, a que mis pulmones no puedan respirar vida. A eso me rehúso, a encallar contra un muro que sea más fuerte que yo.


Así que me estiré, me estiré hasta abrazar al viento, me agarré de sus brazos para que me llevara, para ser por un momento, por un trozo de vida un papalote suelto, de esos que enredan sus cabellos mientras las ropas se les rompen. Floté como un papalote que nació para que el aire lo mueva, que se aventura a descubrir los vientos del sur y del norte, que se divierte mirándole los calzones a las nubes. Si no me atreviera a ser un papalote no admiraría lo que mis han visto, lo que mi corazón aprecia con la distancia.


Trompa de Mosca



jueves, 2 de marzo de 2017

Me emperra


        Aun ahora pensando en la forma de comenzar este pensamiento, las palabras se quedan atoradas y es porque la realización del pensamiento a la esencia de la página, no tiene buena pinta.

      He crecido, en lo que se podría decir una posición “cómoda” — triste pensamiento — para los días austeros en los que se vive. Con todas mis limitaciones puedo considerarlo de esa forma; mis pies nunca han caminado descalzos, jamás he tenido hambre más de unas horas. Siempre he tenido un techo y un baño con drenaje y agua caliente, desde siempre conocí la luz eléctrica, jamás he tenido que padecer por agua, o siquiera compartir mi habitación con otra persona.

     Sin embargo estoy envenenada por la sociedad contemporánea, estoy atada a necesidades que hace cincuenta años no existían y peor aún, estoy atada a deseos que hace siquiera diez años  no tenía. La expectativa de lo que se espera de mí es tensa, pasa como un proyectil por un lado de mi cabeza, a veces me golpea en el pecho, hace que duela. La tensión se acumula en pequeñas gotas, cosas cotidianas que terminan en palabras arrebatadas, pensamientos egoístas, o en el mejor de los casos, en una carita de "me enoja", conocido popularmente como un “me emputa”  "me emperra" en Facebook.

     En un pequeño momento de reflexión, causado por la frustración de un bloqueo — mamón — de escritor, saco a relucir esos pequeños momentos del día en que mi cabeza drena su impedimento. Todo empezó desde la mañana en que sin razón me sentí bombardeada por un personaje de ficción que detesto, ver su cara publicación tras publicación fue motivo suficiente de “encabronamiento” Carajo, ¿que nadie se da cuenta que ese wey es un pendejo? Momentos después con el desayuno y un poco de azúcar en el cuerpo, me di cuenta de mi estupidez, notando que ni siquiera eran tantas las publicaciones y que carajo si el cabrón ni existe.

   Sin embargo, pese a los momentos de lucidez, mi mal humor seguía expandiéndose. Noté la razón de mi malestar general. Seguía sin poder escribir y por ahora, no logro imaginarlo como algo diferente a lo que deben sentir las personas con estreñimiento. La inspiración para una poesía, anda vagando por allí, pero las ideas son burdas. Chingada madre, parezco una vieja hablando de lo mismo toda la puta vida… La idea venía y se iba, se asomaba ligeramente, de forma aguada, sin emoción más que el puro fastidio de no poder verla. La tengo allí, en la punta de la lengua; no, en la punta de los dedos, nada.

         Así siguió el resto del día, entre el gas que se había acabado, entre reflexiones acerca de personas cuyas vidas no me importan. Que alevosa la gente aprovechándose de las necesidades, aprovechándose del amor, Carajo, todo me fastidia

       Las redes sociales llenas de gente con demasiado tiempo, llenas de gente que no debería tener acceso internet. ¡Carajo al menos escribe algo que se pueda entender…! “Alv” — se ha convertido en una especie de muletilla insoportable, en algún momento comenzaron utilizarla en vez de un punto, “Alv” aquí, “Alv” acá, “Alv” esto, “Alv” lo otro, 

“Alv, Alv, Alv, Alv, Alv, Alv….” ¡Alv todo! Incluyendo su “sobrevalorado” pinche palabrita que utiliza la gente que no tiene argumentos para explicar porque a la gente le gusta algo que a ellos no. La utilizan sin siquiera haber visto o leído las cosas que critican, pero vieron a alguien más utilizándola y allí van los borregos. Para criticar, hay que saber de lo que se está hablando…

    Basta, dejé el celular. La vida no virtual, se me viene con las tradiciones religiosas y la gente haciéndose la santa por un día. El trabajo está hecho un desastre, es verdad eso de que entre más le des a la gente más quiere, siendo solidario y comprensivo uno termina jodiéndose a uno mismo. Sabio Keanu Reeves al decir, que no podía vivir en un mundo en que ser una persona amable fuera una desventaja.

         Allí estaba todo, causándome un fastidio insoportable. Me parecía que incluso el perro entendía mejor que mi cerebro de donde venía todo este pensamiento basura. La imposibilidad de sentirme una buena persona, una persona comprensiva, útil.

       Después de flagelarme, me percato de la nimiedad de mis enojos, de los enojos de la gente. Sentándome estoy dispuesta a escupir todo sobre una página virtual, como cuando los gatos sacan una bola de pelos que no los deja respirar. Jadeo y golpeo mis ideas contra este teclado hasta hacerlas hablar. Me sincero después de un momento de ausencia.

        Todo viene con la presión de las cosas, los pasos que se hacen más cansados en una vida en la que el destino todavía es incierto, incierto para mí aun cuando muchos ya han encontrado el principio de su final feliz. Comenzamos preocupándonos por un aspecto que decide el rumbo de nuestra historia, las consecuencias afloran en otros aspectos de nuestra vida y al final, terminamos emperrandonos por nada. 

        No hubo más que encontrarme en un punto en el universo y saber, que lo único que tenía que hacer es hablar, dejar esa voz interna reír de mi propia estupidez, de la estupidez de la gente, pues como seres humanos, ser idiota es casi un derecho.

      Lo noto habiendo volcado una sarta de tonterías sobre un espacio blanco que siempre escucha, mostrándome un yo verdadero, un reflejo absurdo que ahora veo, comparo y recapacito. Recuerdo a esos seres que ahora pasan frío, en esos que ahora temen por su vida, madres, hijas violadas, hijos muertos, padres desesperados que están dispuestos a matar por amor. Todas esas almas que vagan tirando su vida por la borda de un mundo podrido, un mundo que no les ha ofrecido nada, que aun cuando lo haga, ciegos, jamás podrán tomarlo.


         Estúpidamente hoy me he volcado en mi misma y en una tragedia absurda, en un pensamiento de tensión que no me deja nada, más que la burla. sabiendo. Mañana será un nuevo día, en el que tendré en cuenta algo, precisamente eso, es un nuevo día.


A.I. Mendoza Seda

miércoles, 1 de marzo de 2017

A paso rápido: Futuro


          La cualidad del tiempo se nos entrega a todos. Es un reloj en cuenta regresiva, injustamente, no sabemos cuándo está marcando números rojos.

Algunos prefieren pensar que es cada día.

Otros deciden olvidarlo…

         Aun no existe la receta para saber cómo vivir como un ser humano. Los animales lo saben, pero nuestro cerebro no encuentra una respuesta; crea callejones sin salida, y se pierde en sus propios laberintos.

Decisiones… eso es todo.

             Cuando se es joven se piensa en el futuro como algo lejano y muchas veces idealizado. Contamos con las probabilidades a favor, siempre hay tiempo para todo. Sin embargo llega el día, en que ese número a un lado de nuestro nombre va cambiando, y pasa de ser un solo número a ser dos, y el primer dígito pasa de ser uno a ser un dos, y conforme ese dígito al final de esa cifra avanza, la cantidad aumenta, y pronto nos damos cuenta de que tal vez ha venido un tercio de nuestras vidas, un cuarto, la mitad… más de la mitad…

               El tiempo corre, la inevitabilidad de la muerte se acerca, los números ahora se encuentran en obituarios, y en las cruces en los panteones nuestras fechas de nacimiento. Pronto nos damos cuenta con el paso de ese segundero, implacable. Que no, ya no hay tanto tiempo.

                Los planes se aceleran, pensar en el futuro se convierte en un plan a corto plazo, y a veces las circunstancias convierten nuestros sueños en un kamikaze. Se viene la vida, se viene todo, el tiempo corre, el futuro, ese futuro que imaginamos de niños, se desvanece con cada paso en falso.

              Tenemos al final una oportunidad, un tiempo límite. Es una carrera contra nosotros mismos, contra un escrito, contra una premonición, en la que tenemos los hilos de esas cuerdas, en que nosotros decidimos las reglas.

El futuro es incierto.


Pero tenemos la ilusión del libre albedrío…


Nocturno