Después de tanto tiempo estamos conscientes de que la estupidez humana
es infinita. Ese procedimiento que viene de una chispa invisible dentro de un
órgano blando de aspecto desagradable. Allí en ese minúsculo espacio, el
razonamiento se produce, se transforma en palabras, en pensamientos, es ideas a
veces intangibles, en deseos e impulsos.
Besar a alguien es parte de un arrebato emocional, el disparo de una
sustancia que obliga a nuestro cuerpo a moverse, a desear sentir la cercanía de
forma intima, Como vemos en los animales, el instinto en nosotros es latente,
así como le es en un tigre buscar a su presa, como lo es en la colmena de
hormigas destruir un arbusto, como lo es en el perro cavar un hoyo. Nuestro
instinto es el progreso, la búsqueda de la simplificación de las tareas, la
conquista...
Como reyes del mundo deseamos una corona...
Allá en los tiempos de la historia, los grandes monarcas pagaron con
sangre sus tierras, pagaron con esa esencia que conocemos como alma, una moneda
de cambio invisible que solo el ser humano aprecia.
Somos tramposos, siempre lo hemos sido.
La elocuencia del ser humano ha movido pueblos enteros, ha cambiado la tierra, trasformado paisajes enteros, en nuestro afán de avanzar nos hemos
devorado a nosotros mismos, hemos devorado al mundo, y seguimos
destruyéndolo.
Si la tierra en nuestra desesperada compresión tuviese una voz para
levantara, seriamos ese fruto de un vientre puro que ahora está podrido, el
hijo que con pena se ama, aquel del que se avergüenza. Nuestra bondad esta
limitada a lo que nuestros brazos alcanzan, la bondad de la humanidad como
especie, en la historia no existe.
La ideología es un veneno, la percepción engaña, el sentimiento puro
incluso de amor, nos ha mostrado cuan maligno puede ser.
La humanidad es un caos.
Un montón de impulsos a punto de
estallar...
Nocturno
No hay comentarios:
Publicar un comentario