En este
momento soy un papalote sin hilo. Voy volando por el cielo, los cachetes me
parpadean, me arden los ojos y los pies hacen como que nadan. Digo adiós cuando
puedo, miro a las personas que se pierden entre hormigas. A veces logro dormir
en el aire, casi nunca porque es difícil volar dormida. Olfateo el montón de
casas, en su interior las familias cocinan, qué bien ha de saber ese chocolate
en leche acompañado con conchitas, con el bolillo recién horneado, el caldillo
de los frijoles de la hoya, el vaso de coca cola bien frio, las risas mientras
parten la tortilla para poder pescar la sopa de huevo; bello y dichoso. Saboreo
sus abrazos, admiro los momentos desapercibidos, el llanto de los bebes, las
madres que regañan mientras recogen zapatos mal puestos, los suspiros de los
perros que duermen todo el día.
Le
digo adiós a la preciosa casa del bulevar, a sus orillas
abandonadas, al almendro, a los recortes de la pared de mi viejo cuarto, a los
escalones de metal donde me senté a fumar, a la regadera donde lloré y tuve
sexo conmigo misma o con la imagen de Dani Day Lewis.
Sigo
volando como un papalote sin rumbo, vuelo por los aires mientras saludo a los
pájaros que van en parvada. Yo no sé volar. Yo sólo me rehúso a que la fuerza de
gravedad me atrape, me rehúso a que el cerebro devore mis tripas, a que mi entraña
se extinga, a que el calentamiento global la erosione. A que mi libertad
interior se dejé de cosechar, a que el vació se llene de humo obscuro, a que
mis pulmones no puedan respirar vida. A eso me rehúso, a encallar contra un
muro que sea más fuerte que yo.
Así que
me estiré, me estiré hasta abrazar al viento, me agarré de sus brazos para que
me llevara, para ser por un momento, por un trozo de vida un papalote suelto,
de esos que enredan sus cabellos mientras las ropas se les rompen. Floté como
un papalote que nació para que el aire lo mueva, que se aventura a descubrir
los vientos del sur y del norte, que se divierte mirándole los calzones a las
nubes. Si no me atreviera a ser un papalote no admiraría lo que mis han visto,
lo que mi corazón aprecia con la distancia.
Trompa de Mosca
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