“Me hace feliz pensar que luciré
más bonita después de hoy”
—dice Hwan Kim, de 21 años, en camino a realizarse una cirugía para
el pliegue del parpado…— "Espero que todo salga bien, y ella se vuelva más bonita” —dice su madre— "Cuando Hwan se ve a sí misma, ella piensa que es fea,
nosotros no pensamos de esa manera pero ella sí, porque todas las estrellas de
K-pop en la TV lucen tan bonitas, como una muñeca. Ella las ve como un estándar
de lo que es bonito…”
Todavía recuerdo la sensación que
me ocasionó ver esto, en un documental de Janette Francis para la SBS[1]. La información después de verlo, comenzó a fluir ante mis ojos como un bebedero. Así encontré consecuentemente que los casos de
mujeres —y hombres— en Corea del sur, dispuestos a someterse a una cirugía
estética, ascienden al 31,5% de la población en mayores de quince años.
Por supuesto, es de interés
sobresaliente tratar las razones socioeconómicas que influyen en las cifras de
la sociedad surcoreana y por supuesto la realidad de un contexto adyacente, que
tiene que ver con la exposición a las sociedades occidentales. Las
oportunidades de trabajo son altamente competitivas en el país y las posibilidades de ser contratado se incrementan para aquellas personas que lucen dentro de altos estándares de belleza. Sin embargo, es injusto decir que Corea del
Sur, es la única sociedad asiática con cifras en aumento en cuanto a la
alteración —e idealización— minuciosa de la imagen corporal en los últimos años. Para ello, una muestra es la denominación ya bastante antigua en japonés "Yamato,
Nadeshiko, Shinchi Henge" (“ヤマトナデシコ七変化”) utilizada para designar el ideal de belleza de una
mujer en dicho país, su significado: “piel blanca, bonita, educada y elegante”, algo que aun hoy en día, es considerado como un estándar de la mujer perfecta. Otro ejemplo es también, la controversia —un tanto risible— del cartel de Star Wars en
China, que muchos trataron desde la perspectiva del racismo, pero se desprende al
final de lo mismo.
Es sabido ya, que hoy en día
existen innumerables e ingeniosos métodos utilizados para
alterar la imagen corporal. Por años hemos sabido del famoso complejo de los asiáticos con los ojos grandes; razón por la cual, se desarrollaron métodos
en los que el pliegue del parpado se puede ajustar mediante una cirugía o
diferentes tipos de pegamentos especiales, con el propósito de crear la ilusión de ser más
abiertos, o en su defecto mas grandes, mediante los famosos circle lenses, además de pestañas postizas
y mucho delineador.
Es verdad que las sociedades orientales tienen
una preferencia por las pieles blancas, para ellos es un símbolo de belleza,
algo que procuran cultivar por medio de toda clase de filtros solares y cremas
blanqueadoras. Todo esto se deriva de un contexto social antiguo de trascendencia arraigada, pues tener la piel blanca era un
símbolo de nobleza y belleza, diferente a la piel de una persona que trabajaba
como un campesino, constantemente expuesto a los rayos del sol.
Para este
momento, esto se antoja ya como el tema perfecto para desfogar nuestra dosis
de critica moral de la semana, describiendo una sociedad narcisista y superficial, pero ese no es el punto, porque he descubierto con el paso de los años que la línea que permite
hacer una afirmación negativa acerca de estos temas se enturbia. Es cierto que en una
sociedad como la de Corea del Sur, existe una constante preocupación por la
imagen externa, pero la realidad es, que la misma naturaleza humana es la que se
hace presente por medio de un comportamiento que encontramos a veces tan
reprochable.
Por supuesto, estar a favor de la
imagen natural y la definición de una persona por medio de sus actos y no de su
imagen, son pensamientos ideales para una civilización en vías de crecimiento
espiritual y de respeto. Sin embargo así como un teléfono celular y
el Internet nos permitieron acceder a métodos más eficientes
para la realización de prácticamente cualquier tarea, la evolución de la
tecnología y los avances científicos también se expanden por áreas, que para
algunas personas les pudieran parecer incomodas, incluso poco saludables. Desde las primeras civilizaciones el hombre tuvo tendencia
a cambiar su aspecto, ya sea por medio de lo que ahora nos parecen muy rústicos
maquillajes o la confección de hermosas telas con las cuales cubrir su cuerpo.
También el retirar el vello corporal es una alteración que atenta contra nuestra genética, pero es algo normal en estos días y era ya costumbre desde aquellos cientos de ayeres. Así lo es también la acción tan simple como cortar el cabello. Qué sabia era Cleopatra, al conocer bien el pensamiento del hombre y saber
sacar provecho de ello. Así que a todo esto, cual es el objetivo de este articulo. Simple: al hombre, como especie, le gusta la
belleza. Punto.
De pronto nos damos cuenta que éste cerebro tiene la capacidad de
silenciosamente, calcular proporciones y detectar cantidad de características
favorables en una mezcla de colores y medidas. De no ser así, ni la Mona Lisa,
ni la Venus de Milo, ni todas esas obras tan conocidas serían consideradas
obras de arte. Somos tan tercos como para incluso ver belleza en la fealdad y
en lo grotesco.
En la tribu Mursi en Etiopía, encuentran belleza en la ostentosa ornamenta labial de sus
mujeres y en la de la tribu Xhosa pintan su cara completamente
de blanco para ser mas atractivas. Así este comportamiento en la humanidad se extiende a niveles que por
nuestro contexto, pueden resultar más sutiles o mas aceptables. Sin embargo
para, es debido preguntarse, porque una cosa nos parece
tan aberrante y no la otra. ¿Será que la aberración a una
cirugía estética, viene del simple hecho de que encontramos el método todavía
muy exótico? ¿Acaso los avances científicos no tendrían por qué expandirse a
estratos estéticos y permanentes? Cuál es la diferencia de cambiar diariamente a cambiar para toda la vida. ¿Acaso será muy diferente la conexión espiritual
del cambio entre una cirugía y un tatuaje, entre un ideal de belleza y el
cabello de las tribus Maoríes, de los Masai en África o de los pueblos semitas
de Oriente Próximo? Es o no, reprobable que irremediablemente estemos
condicionados, a buscar aquello que nos hace liberar endorfinas. Como individuos hasta qué grado estamos condicionados como seres sociales a buscar ser atractivos en búsqueda de constante aceptación.
Pasar por alto la imagen de una
persona, por deseable o no, sería ideal para llegar a conocer el verdadero
valor de un ser humano, por supuesto, en una sociedad perfecta, pero todavía no sabemos siquiera como luciría tal cosa.