Alatum



"Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan
todo su entendimiento es su garganta."

Octavio Paz

miércoles, 2 de diciembre de 2015

El último tramo


       Han llegado las últimas fechas…

      Me he despertado como todos los días, lentamente, llevando mi mano hacia la luz de la ventana, observando en esos segundos de somnolencia la silueta de esos cinco dedos tratando de cubrir la iridiscencia. Pero el albor en los últimos días del año es diferente, tiene una irradiación suave y clara, casi blanca, contagiada con un respiro de invierno, fría.

       Desde que ese número uno, está cerca del doce, algo pasa. Inesperadamente estamos frente a un viejo conocido, aquel que en algún momento fue el décimo hijo de un calendario olvidado. Entonces lo saludamos como a un amigo lejano, aquel que siempre llega al final, que es diferente a todos, que por una razón íntima solo con mirarnos a los ojos, ya lo sabe todo.

       El año se ha consumido rápido, entre paso y paso, las horas han avanzado en días largos y meses cortos. Se siente ayer cuando desperté sabiendo que era el inicio de un nuevo ciclo, en pensamientos que se llevan atados a la espalda como una cometa. Es extraño pensar que la vida de los seres humanos transcurre entre estos interminables círculos. La melancolía llega, con recuerdos y sensaciones adormecidas, con esas fracturas que duelen con el frío y la tibieza de una mano amiga, de un amante y una familia. Cuando el viento sopla entre nosotros forzándonos a arremolinarnos unos con otros, forzándonos a vernos las caras, a saber que al igual que en uno, el tiempo también ha dejado algo en los demás.

     Las luces empiezan a cubrir las paredes de las casas, silenciosas se entrevén entre la claridad de una ventana, se descomponen entre la transparencia de una cortina y las miradas se transforman, se contagian de emprendimiento y expectativa. Otras sin embargo, van abajo, calladas, temen decir algo.

      La hierba se seca, los pájaros son más quietos. Es una terquedad del hombre, querer llenar de vida y color aquello que la naturaleza intenta difuminar. Entonces comienza una cuenta regresiva, como un recordatorio alternativo de la mortalidad y la imperfección; como un álbum de fotografías que llega repentinamente los últimos días. Aun cuando la memoria está fresca, la sensación de cambio es inesperada, súbitamente, nos damos cuenta, que algo, aunque pequeño, es diferente…

        Es verdad ese dicho trillado, que es de sabios aprender. Sí,  ya sea para hacer bien o mal. 

     La llegada del último mes siempre templa las cosas y pasa en cualquier organismo vivo, pues el frío nos hace lentos y solo entonces, podemos ver a detalle lo que somos. Tal vez es por eso, porque es como si nos observáramos en un espejo detenidamente; cada cabello, cada poro y somos honestos en conocernos, aunque sea con un trago de alcohol, en la espera de ser perdonados o todo lo contrario.


      El tiempo nos pisa los talones y no podemos hacer nada más que seguir adelante, entre las frágiles esferas de cristal y reflexiones, entre regalos y el caos del fuego, las sorpresas y los recuerdos. Con una sonrisa, con una mirada pérdida, al abrir los ojos, adelante, con un suspiro…  




A. I. Mendoza Seda

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