Alatum



"Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan
todo su entendimiento es su garganta."

Octavio Paz

martes, 23 de mayo de 2017

Musa

Tiene supongo que haber en algún lugar aquella diva, aquella musa que impulse el latido distinto e inconfundible de un corazón enamorado. En el resguardo de mi guarida, y con el guardián,  fiel amigo echado por un lado, miro al horizonte mientras una cálida brisa entra por los resquicios de mi ventana, el sol resiste agónicamente en el firmamento, su lucha por seguir resplandeciendo se plasma en bellos tonos rojizos, ahí, el suspiro me alcanza y la soledad se me abalanza, la verdad es que no pienso en nadie en particular, solo en un ideal.

La melodía que escupe la bocina se cuela en mi andar, y con graciosa cadencia camino hasta la silla, lugar del comienzo de cualquier fantasía, del comienzo de la vida de mi imaginación que dibuja palabras sin vacilación, sea la cruda realidad o la magia de cualquier otra dimensión, allí me refugio y con honestidad no hay lugar mejor, pero… Pero de vez en cuando la sombra del desconcierto y la falta de inspiración asaltan mi imaginación, me distrae la posibilidad de una silueta al ritmo de la música sonsacando a mi corazón y acompañando los versos de la canción.

Me resisto a la idea y la convierto en cenizas, no tengo tiempo para anhelos de una historia que incluya romance, pues de ese trance, las experiencias me advierten un sin fin de dramas, de los cuales yo ya no tengo la más mínima gana; y suspiro, dejando huir de mi aliento tan ocurrente anhelo.

Entonces, aunque no sea así siempre, viene a mí el verso que desata la interacción de mis neuronas, puedo acomodar palabras y enunciados que describan de manera audaz mi pensamiento, mi sentir, y traicioneramente el anhelo de una convivencia donde mi sonrisa se encuentre con la suya, donde mientras me pierdo  frente a las letras ella me encuentra y captura entre sus brazos.

Es una terquedad a la que le gusta recurrir el corazón, no me entiende, no cesa su latido en alas de un amor aun cuando mira vacío el refrigerador. Insisto en concentrarme en aquel verso,  en aquella historia, que me saque de donde estoy, pues aquí la carencia acompaña a mi poesía, y ciertamente a veces le quita brillo a la vida.

La noche ocupa el principal escenario, con lejanas luces y una sonrisa de queso absorben mi pensamiento, se va la vida del día, los resultados de mi desvarío son un montón de páginas sin sentido, aunque uno nunca sabe.

Cierro libreta y sirvo las croquetas y el cereal, su parecido es algo a analizar, el silencio trae de vuelta ese ideal, donde entre un beso y una palabra los sueños más importantes se han vuelto realidad, esos que tratan de amar y ser amado, esos que hacen que nada más tenga un peso importante y que hacen de esta vida algo inolvidable…

Víctor J. Mendoza Seda


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