Alatum



"Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan
todo su entendimiento es su garganta."

Octavio Paz

lunes, 25 de enero de 2016

La batalla interminable…


 "Ganar no es lo más importante, es lo único importante".
-Vince Lombardi

       El drama de la NFL. Uno solo se levantará sobre los demás, con el firme pensamiento en su mente y en su corazón… “yo, soy el campeón”.

       Sentimientos encontrados nacen en aquellos que siguen de cerca el controversial deporte. La espera por descubrir el rostro del vencedor se lleva en cada minuto y la tristeza de saber que serán los últimos partidos, llega cuando todo se perfila en su punto cumbre. Hay una nostalgia temprana por todo aquello que se vivió a lo largo de la temporada, del usual drama, toda la conglomeración de esperanza y desesperación, de frustración y alegría.

       Podríamos rastrear los inicios del fútbol americano solo con verlo detenidamente, como un deporte que surgió del deseo de competitividad entre los hombres, del deseo de ganarlo todo, a cualquier precio. Es un deporte en donde la testosterona se hace presente en la forma materializada de un golpe de un grito y una batalla. Un deporte en donde no se puede guardar nada, en donde el físico y la mente son desafiados a mantenerse en pie pese al dolor y la angustia, pese a la rabia y algunas veces, pese a estar en las puertas de la victoria.

       Es imposible no ver a estos hombres, como una evolución en la necesidad de conflicto, que existe en la naturaleza humana. A mis ojos y a los de muchos, en verdad son como gladiadores modernos, arriesgando su salud, su cuerpo y su honor en aras de conseguir la gloria. Rodeados de gritos e insultos, salen al emparrillado a darlo todo, a saber que tal vez será el día en que les toque romperse un hueso, el día en que quedarán tirados sin sentir nada del cuello para abajo, pero sabiendo también que tal vez, puede ser el día en que su nombre pasará a las páginas de una historia tan extensa, conformada por hombres que hicieron algo que parecía imposible, tan extraordinario que cuando miles y miles de personas lo vieron a lo largo del mundo, todos, tuvieron algo que decir.

       Desde antes de la temporada y de cada partido, los equipos forman sus estrategias. Cada uno de ellos puede ser reconocido por un rostro, una personalidad, una forma de luchar; con las estrellas que bajaron del cielo y que brillan en cada una de las jugadas que hacen, aquellos que están probando una oportunidad para reclamar al mundo con el firme pensamiento "no estoy acabado aún". Desde el primer partido, desde el primer día hay algo que decir, algo que ver, algo que criticar y algo que aplaudir. Elegimos un equipo o ya lo tenemos, encontramos en ellos algo de nosotros mismos y nos volcamos allí, luchando a su lado, pujando por un día más, por una batalla más. Al momento de una derrota, algunos más críticos se molestan, maldicen, deseando poder meter sus manos, hacer lo que en su mente les dice que debería pasar. Algunos otros, se conduelen, demuestran un apoyo incondicional simplemente esperando ver mejores momentos.

        Es gracioso, como tantas personas deciden reflejar sus vidas en algo tan ajeno, en un desfogue de emociones que va desde la histeria hasta el llanto. De alguna forma estos hombres, tienen algo que logra llegar a nuestros corazones, que nos inspira en nuestra vida diaria. Es un microcosmos, de todas las mentes que se vuelcan en ese instante, cuando dos fuerzas se encuentran y el resultado de esas vidas se decide en una llamada, en un momento de suerte, en lo que hicimos bien o mal y en aquello que merecemos.

        Podemos amar y admirar tanto a algunos, como odiar a otros, todo al final, depende de lo que creemos que es el bien y el mal y posamos nuestras creencias en ellos. Vemos allí, lo que significa estar expuesto, vulnerable y seguir luchando o rendirse. La decepción de aquellos que van quedando atrás es inevitable, aquellos que no lograron llegar al final, como los muertos, como esos seres queridos que se marchan con un “hasta pronto” y también esta la otra parte, como a esas personas indeseables que se van de nuestras vidas y de lo cual no podemos estar mas que agradecidos. Observamos a los sobrevivientes, seamos o no uno de ellos, juzgándolos merecedores o no de estar allí y por ello podemos detestarlos o respetarlos.

        Sus historias son lo que son, vidas que tienen un instante en esos campos, recordando momentos, derrotas, victorias como si fuesen cicatrices y alegrías. Somos contagiados por el fantasma de los buenos tiempos, elegimos —porque al final siempre debemos elegir— entre dos, apostamos por uno, guiándose por la razón o el corazón. Deseamos su victoria o simplemente nos retiramos en pos de dejar que el vencedor surja…


        El final de temporada puede dejarnos así, con un buen o mal sabor de boca, pero para muchos también, significa el inicio de algo nuevo, de un nuevo camino, una nueva carrera cargada de esperanzas, una nueva oportunidad que nos traerá a todos, redención…

No hay comentarios:

Publicar un comentario