En la actualidad la mayoría de las
personas tiene al menos un animal doméstico, un pájaro, un pez, un hámster, un
gato; pero es más común que sea un perro. “El
perro fue probablemente el primer animal en ser domesticado. Y ha acompañado al
ser humano durante unos 10.000 años”.[1] Pese a que la domesticación fue
producto del ser humano tal vez por la necesidad de la compañía, tanto personal
como laboral, pero esto se ha salido de control y existen hoy en día diferentes
tipos de perros y no me refiero a razas (aunque también hay un buen
número) sino a su posición “social” o mejor dicho a la posición en que la
sociedad los ha colocado.
La inconciencia de la sociedad ha
provocado una sobrepoblación de estos animales y en consecuencia, ha convertido
a algunos de estos especímenes en seres privilegiados y a otros
desafortunados, dándoles a los primeros, vidas algunas veces envidiables
y a los segundos, circunstancias que provocan lastima. Cierto es que los
perros son animales inteligentes, fuertes, fieles y cariñosos pero
también es cierto que necesitan comer, beber y ser queridos como cualquier otro
ser vivo.
Haciendo una analogía con el status
social de los humanos, si analizamos un poco, también podemos ubicarlos
en la clase alta, media o baja.
Hay perros que al
igual que algunos humanos, nacieron como vulgarmente se dice “en charola de
plata” lo que quiere decir, que no tienen la necesidad de trabajar para ganarse
la vida. Estos perros se caracterizan por estar extremadamente “chiqueados”,
algunas veces visten trajes hechos a la medida, con accesorios finos y por ende
caros; gozan de ser atendidos en hospitales, estéticas e incluso en
restaurantes de prestigio; nunca sufren de hambre o sed y no suelen esforzarse
demasiado por el humano que les da de tragar… Por supuesto que me refiero a la
clase alta perruna, suelen ser de razas finas y muy pocas veces tocan el piso
con sus patas.
Hay algunos que se ganan la vida
trabajando duro, por ejemplo: los
que cuidan
negocios, a otros animales, empresas, construcciones, etc. Ellos suelen recibir
su sueldo transformado en un techo que improvisa una casa, por no decir,
una simple sombra; en
alimento, que por lo regular se
trata de los restos de la comida de sus dueños; y si bien les va, en algunas caricias que representan
cierto agradecimiento y cariño.
Se caracterizan por estar amarrados (con una cadena o soga) de día y sueltos de
noche. Cabe mencionar que son
perros nobles y fieles a sus dueños, esperan verlos de nuevo para recibir lo
poco que se les ofrece a cambio de su trabajo, o simplemente para sentir que
han logrado lo que se espera de un perro. En esta clase media perruna, entran
también los que trabajan no tan duro pero que a fin de cuentas dejan ver su
habilidad canina al mostrar sus colmillos y ladrar cuando cuidan las casas (en
las que también suelen vivir), autos (en los que casi siempre viajan) o
pertenencias (con las que conviven) de su dueños. Suelen tener correas,
pecheras, alguno que otro juguete, una cama o espacio definido y trastes donde
siempre hay agua y comida. También es muy común que estos perros los saquen a
caminar o a correr.
La clase baja perruna vive al día tratando
de conseguir trozos de comida, charcos o cualquier líquido que se pueda beber,
suelen ser perros que nacieron en la calle o que fueron abandonados. Con
frecuencia se le ve afuera de carnicerías, de taquerías o de cualquier negocio
de comida, siempre esperando el descuido del que sirve, o un gesto de compasión
del comensal. Los que fueron abandonados por lo regular visten ropa
desgastada y sucia y algunas veces traen puesto un collar; los que son “del barrio”
no los cubre más que su sucio y enredado pelo, son perros bravos, desconfiados,
de mirada triste…. unos te siguen,
moviéndote la cola o haciendo pequeñas gracias para conseguir un apoco de comida.
Alrep Solano
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