Los ojos
del mundo los tenemos nosotros.
El perro mira de forma devota, su mundo
es distinto, como muchos observan a un ídolo, a un santo, a un amor. No hay
mirada más traslucida que la de un animal y mas confusa que la de un ser
humano. A pesar de ser de la misma especie fallamos en entendernos, lenguas
extrañas, acciones mal interpretadas, palabras con tono, ojos muertos, vivos.
Un niño comienza a mentir a edad
temprana, antes de saber hablar sabe ya como engañar a su madre y es ingenuo
pensar que las cosas ocurren de otra manera. Los seres de este viven y
destruyen, se unen a la tierra y desaparecen en ella y aun cuando la sensación
de la vida corre por cada una de las células que los constituyen, nosotros, con
esa voz interna que nos habla en nuestra lengua, nos dice, es testigo, de
nuestra existencia.
La historia y la predicción lo dice,
las acciones acontecen en nuestros pasos, solo de nosotros. El ser humano tal
vez es demasiado arrogante como para pensar que el mundo se mueve con su
destino.
O
tal vez no...
¿Quién es entonces
el creador de este mundo?
A.I. Mendoza Seda
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